El peso de los valencianos en el PP crece al margen de Eduardo Zaplana
El presidente de la Generalitat defiende su papel en el congreso nacional del PP
El importante aumento numérico y proporcional de representantes del Partido Popular de la Comunidad Valenciana en los órganos de dirección nacional del partido salidos del congreso que se celebra este fin de semana en Madrid se produce, sin duda, con la aquiescencia de Eduardo Zaplana, presidente regional, pero no necesariamente como fruto de su poder de influencia.
Francisco Camps, vicepresidente del Congreso, ocupa el cargo de mayor relevancia orgánica como secretario de Estudios y Programas en un área que coordina Eugenio Nasarre. Y ha sido precisamente el nuevo responsable de Formación y Estudios del PP el más directo valedor del vicepresidente del congreso. Camps forma parte del denominado grupo de Becerril, una nueva hornada de jóvenes aspirantes a grandes cotas en el seno del partido aglutinado por Alejandro Agag, secretario general del PP europeo y, ahora, yernísimo del presidente del Gobierno.
El grupo de Becerril -una localidad de la sierra madrileña- incluye también a Adolfo Suárez Illana, hijo del ex presidente de UCD, cuyo mayor mérito político hasta la fecha es ser 'hijo de su padre', como señalaba con sorna un colaborador de Zaplana que traslucía la sensación de buena parte de la vieja guardia del partido. Los jóvenes aspirantes han sido apadrinados por Nasarre y todo indica que pretenden desplazar al denominado clan de Valladolid, auspiciado en su día por Carlos Aragonés, hoy jefe de gabinete de José María Aznar.
La mención del grupo de Becerril en una distendida charla con Zaplana llevó al presidente a torcer notablemente el gesto y eludir cualquier comentario al respecto. Sólo se permitió destacar la constante regeneración de los cuadros dirigentes en el seno del PP y la formación que atesoran.
Vicente Martínez Pujalte gusta de señalar a Rodrigo Rato como valedor de su ascenso a la secretaría de Política Económica y Empleo. Pero han sido su buena relación con Ana Mato, responsable de Participación y Acción Sectorial, y el supuesto peso de los trabajos que ha servido a Zaplana, desde su contribución a El acierto de España pasando por la definición del modelo de financiación autonómica o la coordinación de las ponencias en la convención de Alicante y de las enmiendas de la Comunidad Valenciana en el congreso que se clausura hoy, los dos elementos claves para elevarle. Amén de su insistencia. Martínez Pujalte pertenece al sector cristiano del PP, que difícilmente puede identificarse con la vocación del presidente de la Generalitat.
Juan Costa, secretario de Estado de Comercio y nuevo vocal en la comisión ejecutiva nacional, debe su ascenso exclusivamente a los oficios de Rodrigo Rato. Su carrera política, además, nunca ha estado vinculada a la Comunidad Valenciana, sino a las áreas económicas de la Administración central.
José María Michavila, secretario de Estado de Justicia y también vocal en la comisión ejecutiva, es diputado por Castellón, pero sus vinculaciones con el PP de la Comunidad Valenciana no van mucho más lejos.
Gerardo Camps, secretario de Estado de la Seguridad Social y nuevo vocal en la junta directiva nacional, un órgano de menor rango que agrupa a decenas de alcaldes y otros cargos institucionales, sí debe su incorporación a los oficios de Zaplana. Gerardo Camps procede de Benidorm, guarda una magnífica relación personal con Zaplana y, en privado, se permite algunos comentarios impensables para otros jóvenes valores. 'El tapado soy yo', bromeaba entre compañeros durante la madrugada del viernes.
Esteban González, portavoz en el Senado, declaraba ayer que había 'cedido' la secretaría de Política Autonómica porque, en adelante, ese cargo 'tendrá carácter organizativo' mientras que, desde la Cámara Alta, seguirá ejerciendo como máximo representante del PP en materia autonómica.
Una fuente del partido aclara que Javier Arenas, secretario general, pretende convertir la secretaría de Política Autonómica en un área esencialmente dedicada a la organización de los congresos regionales para 'estrangular' al coordinador de Organización, Pío García Escudero, en el particular pulso que mantiene con él. El mismo pulso que ha derivado en la caída de González, siempre con la aquiescencia de Eduardo Zaplana.
El árbitro
Ni una sola enmienda planteada por los compromisarios asistentes al congreso nacional del PP fue objeto de debate ante el plenario. Francisco Álvarez Cascos, autor de la única iniciativa molesta para el todopoderoso presidente del partido, logró que se reconociera el papel del congreso en la limitación de mandatos, se dio por satisfecho y renunció a dar batalla. Eduardo Zaplana se mostró especialmente distendido durante un almuerzo que compartió con varios periodistas valencianos, pero no todos. 'La tranquilidad es una excelente noticia', comentó.
Zaplana recurrió a un símil periodístico para explicar su estado de ánimo. 'En los partidos de fútbol, lo mejor es que no se note la presencia del árbitro', dijo, 'como árbitro de este congreso estoy especialmente satisfecho por no haber tenido que intervenir'. El presidente celebró la admisión de la inmensa mayoría de las enmiendas formuladas por la delegación valenciana, sobre todo las relativas a la necesidad de cohonestar el progreso científico con la dignidad humana y al impulso político del Comité de Regiones de la Unión Europea, que presidirá en breve.
El árbitro dispensó simpatía y buenas formas. Y recurrió al más amplio repertorio de sonrisas para atender los focos de las cámaras que, inevitablemente, se volvían hacia la presidencia del cónclave a intervalos regulares.
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