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El 25% de los adultos que tuvieron cáncer infantil tiene secuelas psicológicas

El 20% de los familiares padece sus efectos

El 25% de los adultos jóvenes supervivientes a cánceres de la infancia sufre de estrés postraumático. Entre el 10% y el 20% de los familiares de estos pacientes también lo sufren de forma manifiesta o latente. Así lo señalaron los ponentes que participaron ayer en el primer Congreso de la Sociedad Española de Psico-Oncología, que se celebra hasta mañana en Valencia y que ayer se detuvo en la respuesta psicológica del enfermo ante el tumor.

Esterilidad, malformaciones óseas, problemas endocrinos, alteraciones neurológicas y secuelas emocionales como dificultades de integración sociolaboral, hipocondría, trastornos de ansiedad y bajo sentido de la autoeficacia, son algunas de las secuelas que pueden afectar a un adulto que ha tenido cáncer de niño. Antonio Agüero, profesor de Psiquiatría de la Universidad de Valencia, señaló los niños reaccionan de forma muy distinta a la enfermedad y señaló que existe un efecto 'muy nocivo' sobre el núcleo familiar, lo que origina 'desórdenes psíquicos frecuentes, que pueden manifestarse tanto temprana como tardíamente y que afectan al propio niño como paciente y a sus familiares'. Además los tratamientos oncológicos aplicados directamente sobre el sistema nervioso central 'pueden repercutir a corto, medio y largo plazo sobre su posterior funcionamiento cognitivo'.

El cáncer es la segunda causa de muerte en el niño a partir del primer año de vida, aunque los avances terapéuticos de los últimos veinte años han permitido que las neoplasias infantiles más frecuentes, como la leucemia y el linfoma, puedan ser curadas hasta en un 80% de los casos. La jefa de la unidad de oncología pediátrica del hospital La Fe de Valencia, Victoria Castel, señaló ayer a Efe que la incidencia del cáncer en niños en los países occidentales es de entre 120 y 150 casos por cada millón de niños y año, e indicó que los tumores infantiles 'suelen tener en la mayoría de los casos una historia corta y un curso muy agresivo'.

El cáncer más frecuente en el niño es la leucemia aguda, que supone casi un tercio de todos los casos, seguido por los tumores del sistema nervioso central, los linfomas, el neuroblastoma, los sarcomas de partes blandas, el nefroblastoma o los tumores óseos, mientras que el mayor número de diagnósticos se produce entre el primer año de vida y los 4 años de edad. Al ser los cánceres pediátricos enfermedades agudas en su inicio y poco frecuentes dentro de la pediatría, 'no existen programas de diagnóstico precoz para las mismas', según Castel, que indicó que la mayor parte de los esfuerzos de investigación se ha dirigido a la terapéutica 'porque son enfermedades con un pronóstico rápidamente fatal en la mayor parte de los casos'. Consideró necesaria la formación en Psicopatología del psico-oncólogo, ya que a su juicio el tratamiento óptimo de un niño con cáncer 'es aquel que consigue la curación sin secuelas y que, por tanto, permite un completo desarrollo físico y psíquico del menor, hasta convertirse en un adulto útil y socialmente integrado'.

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