El peso del alma
Dentro de la crisis de creatividad por la que atraviesa el arte actual, la escultura está experimentando su propia crisis al necesitar de una redefinición que aclare su posición ante el acoso y la ascensión del mundo de la imagen. En este contexto habría que situar la obra de Rui Chafes (Lisboa, 1966), un escultor que trabaja con el hierro como material y que recrea el volumen y el espacio en su obra, intentando continuar con la tradición moderna de la escultura, pero sin caer en los remedos de la disciplina estatuaria. Recurre a la fábula visual y a cierta narratividad, pero se aparta de la ilustración gracias al empleo de un repertorio formal muy concreto, de un material que trabaja con procedimientos industriales y de la utilización de un único color neutro que acentúa la contundencia de los perfiles.
RUI CHAFES
Escultura Galería Juana de Aizpuru Barquillo, 44. Madrid Hasta el 14 de febrero
La exposición muestra 14 obras entre las que podríamos destacar un grupo de nueve, dispuestas en el centro de la sala. En una primera mirada, las obras de este grupo, que parecen situadas de espaldas, ofrecen una apariencia sencilla, fría y contundente, pero, a nada que el espectador camine entre ellas, comprobará la complejidad formal y temática que encierran. La ubicación de las obras hace que su posición en el espacio y su relación con el cuerpo del espectador doten de contenido y significación a las piezas. Frente a la imagen plana de la fotografía o la sucesión dinámica del vídeo, que exigen una contemplación estática y pasiva, este tipo de escultura reclama un desplazamiento y una indagación por parte del espectador. Las nueve piezas, erguidas como postes que emergen silentes sobre el suelo, al ser recorridas desvelan que sus interiores son complejos, que contienen un espacio íntimo formado por pliegues, marcos y rejillas, poseyendo cada una de ellas una identidad diferenciada.
La altura de cada una de estas obras permite la comparación con la estatura de quien contempla. Por otra parte, el aspecto constructivista de sus formas hace que se puedan interpretar como arquitecturas unipersonales, como moradas del cuerpo. Según el imaginario de Rui Chafes, que da la vuelta a la fábula del cuerpo como prisión del alma, estas obras son cárceles, pero, al contrario de las de Piranesi, éstas son las 'prisiones del cuerpo' o, mejor, cuerpos aprisionados por un alma fugitiva que, en otras dos esculturas de esta exposición, vienen representadas por unos globos que parecen ascender lentamente, contraponiendo el pesado material férreo a la etérea liviandad del alma.
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