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Reflexiones ante el congreso del PSE-EE

Primeramente he de puntualizar que no estimé conveniente la decisión de Nicolás Redondo de dimitir como secretario general y llevar a este partido a un congreso extraordinario, cuando lo óptimo era haber convocado la Conferencia Política para debatir ideas, conceptos, futuro, más que personas, nombres y apellidos.

La estrategia seguida por el partido ante las elecciones del 13 de mayo pasado no sé si ha sido la más correcta, pero sí la única que se podía hacer. No olvidemos cómo llegamos a ellas: con el partido socialista fuera del Gobierno vasco, con un PNV alejado de cualquier estrategia autonomista y volcado en una espiral soberanista fruto del Pacto de Estella, con una estrategia de ETA que, un día sí y otro no, asesinaba a nuestros concejales y cargos públicos y a los del PP. Ésa era una situación que no podíamos obviar, que nuestras bases, nuestros dirigentes, debían reconducir. Pero, ¿cómo? Estábamos en una mala situación estratégica, con una confrontación abierta entre un PNV independentista y un PP obcecado.

No podemos jugar en el terreno político de la derecha, pero tampoco en el campo conceptual del nacionalismo

No es el momento de ver en qué hemos fallado. Porque hemos fallado si numerosos afiliados han visto en nuestra política, sobre todo, un supuesto 'seguidismo' del Partido Popular. En el campo de la derecha no podemos jugar: primeramente porque somos un partido socialdemócrata, de izquierdas y progresista. Pero tampoco debemos jugar en el campo conceptual del nacionalismo (autodeterminación, soberanismo, soberanías compartidas, etcétera), porque en ese campo siempre perdemos, no es el nuestro. Existe una prioridad absoluta en Euskadi para los socialistas (o mejor dicho para todos los demócratas), por encima de la denominada construcción nacional, y es el respeto y la defensa del derecho a la vida y a la libertad.

No podemos seguir con ese denominado síndrome de Estocolmo de ser la fuerza que apuntale a un gobierno, sea el que sea, del PNV o del PP; ni siquiera por ese subterfugio muchas veces utilizado de la gobernabilidad. Somos y debemos ser alternativa de poder, alternativa de gobierno, aquí y en Madrid, con nuestros postulados, con nuestras ideas, pactando lo que haya que pactar. Pero sin hacer dejación de conceptos fundamentales como son el derecho a la vida por encima de cualquier otro, el respeto a las reglas de juego, es decir, a la Constitución y al Estatuto; sabiendo que no son textos sagrados, que se pueden modificar, pero diremos que se modifiquen cuando nosotros estemos de acuerdo en modificarlos, no porque nos lo digan ni unos ni otros. No vamos a ir a ningún batzoki de rodillas, como tampoco vamos a ir a ninguna sede del PP de rodillas. Iremos a donde haya que ir con la cabeza alta, con las ideas claras, con convencimiento.

No podemos estar todo el día hablando de futuras construcciones nacionales, de federalismos asimétricos o simétricos, de derechos originarios, etcétera, cuando además estamos dejando de lado otras políticas y otras banderas que sí son nuestras: la defensa de la escuela pública, el bilingüismo integrador, la defensa de los trabajadores, de las clases medias, la defensa de la paz y de la libertad, la cooperación internacional, la defensa de esta tierra y de sus particularidades, pero siempre dentro de España y de Europa.

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Por ahí creo que tiene que ir nuestro futuro, por encima de seguir pensando con quién nos aliamos, a quién apuntalamos. A nadie, si no es a nosotros mismos, a un partido que es y quiere ser alternativa de gobierno, alternativa a la derecha en Madrid y a la derecha nacionalista en Euskadi, y además huyendo de esos adjetivos tan de moda desde hace tiempo (vasquistas, españolistas, etcétera) y siendo solamente socialistas. Y, por fin, dejando claro que nuestros adversarios, nuestros enemigos, no están en el partido socialista. Nuestros adversarios son PNV, EA, PP, IU, y nuestro enemigo es el fascismo, la intransigencia, quien nos asesina, quien nos hace vivir de esta forma tan denigrante; en definitiva, ETA y quienes le apoyan.

Habrá que hacer un gran esfuerzo para aunar esas dos almas que dicen que existen en nuestro partido. Dos almas, dos sensibilidades, que tienen más cosas que les unen que cosas que les separan. En definitiva, habrá que hacer un congreso que sirva para aunar voluntades, para hacer posible y creíble nuestro proyecto ante la sociedad. Porque de eso se trata. Eso es lo verdaderamente importante.

Miguel Buen Lacambra es alcalde de Rentería por el PSE-EE.

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