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Reportaje:

Presupuesto millonario para enterrar a las mascotas

El Ayuntamiento se gastará 8,7 millones de euros en la nueva perrera municipal, que tendrá un crematorio

Dicen que los perros son los mejores amigos del hombre y, cuando mueren, a muchas personas les duele casi tanto como cuando pierden a un familiar o a un compañero cercano. Para los que quieran dar un trato especial a sus mascotas cuando éstas pasan a mejor vida, el Ayuntamiento planea construir una nueva perrera municipal en el distrito de Fuencarral-El Pardo que contará con un tanatorio y un crematorio para incinerar cadáveres de animales.

El Ayuntamiento ya tiene listo el proyecto y, una vez que quede aprobado mañana en la Comisión Informativa de Obras, quedará abierto el concurso para la construcción del centro. La nueva perrera estará lista, previsiblemente, en el verano del año que viene. El expediente que ha elaborado el consistorio sobre la nueva perrera municipal explica: 'El tanatorio de animales, con horno crematorio y otras dependencias, estará frente a una pequeña plaza en la que se erige una urna cineraria común y que da paso al cementerio organizado en una serie de hileras de nichos para urnas cinerarias individuales'. Es decir, que cada persona que quiera, y que pague una tasa, podrá enterrar las cenizas de su mascota en un nicho e, incluso, ponerle una placa con su nombre. Así, los madrileños podrán visitar la tumba de sus mascotas cuando les apetezca.

En un principio, la Concejalía de Salud había presupuestado el gasto de la nueva perrera en 6,2 millones de euros (1.038 millones de pesetas), pero, al final, el coste se ha elevado en un 45% y la nueva perrera costará a los madrileños 8,7 millones de euros (1.450 millones de pesetas). Para la concejal socialista Marta Rodríguez-Tarduchy, esta inversión supone 'un gasto descomunal, teniendo en cuenta que hace poco el Consistorio se ha negado a invertir 1.800.000 euros (300 millones de pesetas) en una residencia de mayores en el mismo distrito donde ahora va a levantar este millonario tanatorio de perros'.

La nueva perrera constará, además del tanatorio y del crematorio, de un edificio principal, un área de alojamiento y otra de tratamiento de animales, en la que habrá una nave especial para los animales enfermos en cuarentena. El centro también tendrá una nave para desinfección. En total, el centro tendrá capacidad, en principio, para atender a 240 perros y a cerca de 60 gatos.

La superficie -una finca de 50.000 metros cuadrados de los que el edificio ocupará 6.112- donde estará el nuevo centro está en el paraje de Las Liebres, en la carretera que va de Fuencarral a Alcobendas (distrito de Fuencarral-El Pardo), cerca de un poblado de realojamiento de chabolistas que viven en casas prefabricadas. El expediente municipal, cuya tramitación tiene carácter de 'urgente', reconoce que la obra total de la nueva perrera municipal 'es particularmente compleja'.

Además de las instalaciones dedicadas al cuidado de animales y a la incineración de cadáveres, el nuevo centro contará con un lago para los peces, una jaula para que habiten aves, una nave especial para caballos y calefacción en las celdas que evitarán que los animales pasen frío en invierno.

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¿Por qué construye el Ayuntamiento una perrera nueva con todo tipo de comodidades y destina una partida presupuestaria de 8,7 millones de euros? Según el expediente del Consistorio, la actual perrera municipal, situada en unos terrenos propiedad de la Universidad Autónoma en Canto Blanco y que tiene 30 años, se ha quedado obsoleta y está muy deteriorada y, por tanto, es necesario construir una nueva perrera. Algo que no comparte la concejal socialista Rodríguez-Tarduchy: 'El Ayuntamiento ya tiene un centro donde atender a los animales, con una sala de curas y un sistema de retirada de perros de la vía pública. Ese centro se podría mejorar y no sería necesario gastarse una millonada en construir uno nuevo'. Y agrega: 'Ésta es una de las nuevas operaciones especulativas a las que nos tiene acostumbrados el PP. Quizás dentro de unos años, privatizará este servicio y lo regalará por una peseta, como hizo con la funeraria'.

Recogida de animales

Lo que no podrá evitar la nueva perrera municipal es la necesidad de sacrificar a los perros abandonados que nadie quiere adoptar. A diario, tres furgonetas municipales recorren las calles de la capital buscando perros abandonados o acudiendo a las direcciones que les facilitan los vecinos.

Una vez en la perrera, los animales son desparasitados y clasificados por los veterinarios del centro. Los ejemplares jóvenes, alegres y pacíficos tienen más posibilidades de que alguien quiera hacerse cargo de ellos y que les saquen de la perrera. Los canes viejos, enfermos o violentos son sacrificados en unos días mediante una inyección letal. En la actual perrera municipal ingresan cerca de 350 animales al mes. En verano, época donde se producen más abandonos, hasta 500. Se sacrifica el 70%. En la perrera cada celda guarda un perro, algunos de ellos enfermos y envejecidos. En la Comunidad de Madrid existen 400.000 perros identificados y una cifra similar que no tienen chip.

Dos canes, en la perrera municipal de Madrid, en una fotografía de archivo.
Dos canes, en la perrera municipal de Madrid, en una fotografía de archivo.CRISTÓBAL MANUEL

El distrito del más allá

Los vecinos del distrito de Fuencarral-El Pardo, donde estará ubicado el nuevo crematorio para perros, están más que acostumbrados a los cementerios. En este distrito hay tres centros municipales de este tipo: el de Fuencarral, el de El Pardo y el de El Cristo de El Pardo. Los tres dependen de la Empresa Mixta de Servicios Funerarios. Por si fuera poco, Servicios Funerarios tiene previsto en los presupuestos de este año construir, también en Fuencarral-El Pardo, un tanatorio. Además, en octubre del año pasado, el Ayuntamiento denegó a la funeraria privada Nuestra Señora de los Remedios el permiso para construir en el distrito un crematorio para cadáveres humanos. La funeraria pretendía instalar un crematorio con ocho hornos en el polígono industrial de Fuencarral, situado en el barrio de Virgen de Begoña y junto al hospital Ramón y Cajal. Los vecinos del barrio de Begoña habían protestado en repetidas ocasiones en contra de la instalación de este tanatorio, que iba a situarse a escasos 200 metros de sus viviendas. En un principio, la funeraria privada iba a construir el crematorio en las inmediaciones del cementerio de Fuencarral.

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