Juicio al monoteísmo
Las investigaciones de la sociología histórica -no tanto una escuela doctrinaria como una corriente pluralista- ofrecen al lector la oportunidad de ampliar sus horizontes más allá de las limitaciones temporales y espaciales inherentes a los enfoques circunscritos a momentos y lugares predeterminados. La verificación a través de los siglos y de las civilizaciones de hipótesis construidas con materiales transhistóricos tiene en Barrington Moore Jr. (1913) a uno de sus mas originales representantes. Publicada en 1966, Los orígenes sociales de la dictadura y de la democracia. El señor y el campesino en la formación del mundo moderno (Península, 2000), una obra clásica en el género, estudia los papeles desempeñados por las aristocracias terratenientes y las clases medias en el proceso de cambio de las sociedades agrarias; los escenarios elegidos para esa tarea son la revolución industrial inglesa, la revolución francesa, la guerra de secesión americana, el derrumbamiento de la China imperial, el fascismo japonés y el subcontinente indio.
PUREZA MORAL Y PERSECUCIÓN EN LA HISTORIA
Barrington Moore Jr. Traducción de Ignacio Hierro Paidós. Barcelona, 2001 192 páginas. 11,72 euros
Abstracción hecha del interés que ofrecen las audaces conjeturas y la viveza narrativa de esta reciente obra de Barrington Moore Jr., Pureza moral y persecución en la historia -la versión original fue editada el año 2000- extrema los riesgos de las analogías y muestra los flancos débiles del comparativismo. Los paralelismos entre Calvino y Lenin (o la Institución cristiana y El capital), la equiparación del puritanismo de Saint-Just con la moral conservadora de los senadores republicanos americanos (o alternativamente con los profesores radicales de ciencia política de la década de los veinte) y la evocación de la noche de los cristales rotos hitleriana para ilustrar la destrucción de una mezquita por hinduistas fanáticos son imaginativos, pero escasamente concluyentes. Hay también cierto descuido (que se extiende a la traducción al castellano) en la utilización de las fuentes y la verificación de las citas por el autor.
La investigación se propone descubrir los motivos que han impulsado a los seres humanos a lo largo de la historia a matarse y a torturarse por sus diferencias en materia religiosa, política o económica; la respuesta es que la defensa de la pureza moral frente al vicio y la contaminación es la causa de la crueldad y la intolerancia humanas. Barrington Moore Jr. dice sorprenderse de los inesperados hallazgos de su investigación: la teoría y la práctica de esa pureza moral sanguinaria fue una creación de las tres religiones monoteístas, esto es, el judaísmo, el cristianismo y el islamismo. Las grandes religiones asiáticas quedan absueltas de ese pecado: el hinduismo, el budismo y el confucianismo sólo apadrinaron de forma esporádica -antes de ser contagiados por los valores occidentales- los movimientos de persecución en nombre de la defensa moral. Si bien los budistas 'mataban a la gente de aburrimiento' con sus elaboraciones de teología metafísica, 'al menos no quemaban a nadie por sus opiniones'.
Barrington Moore Jr. se ocupa de la época del Antiguo Testamento y de la historia del cristianismo, pero deja al islam fuera de su investigación (concluida, dicho sea en su descargo, antes de los atentados del 11 de septiembre) por considerarse escasamente familiarizado con sus fuentes. Los dos 'sondeos históricos' elegidos para contrastar sus turbadores hallazgos bíblicos son las guerras de religión en la Francia del siglo XVI (con especial atención a la matanza de miles de hugonotes por los católicos de la Noche de San Bartolomé) y el Terror revolucionario (a través de los textos y discursos de Hébert, Robespierre y Saint-Just).
Según Barrington Moore Jr., 'el larguísimo camino que conduce desde los antiguos hebreos hasta el estalinismo' constituye 'un río de causalidad social' reconocible en la cartografía histórica; tal corriente de intolerancia, crueldad y sangre poseería una clara identidad y tendría 'un evidente punto de llegada (¿o una estación de paso?) en los regímenes totalitarios del siglo XX'. Así pues, su veloz galopada a través de los siglos y de las culturas le lleva al arrojado investigador a la certeza de que el monoteísmo, una vez secularizado, fue una causa indispensable del nazismo y del estalinismo: una conjetura necesitada de pruebas capaces de hacer plausible esa arriesgada tesis y de convencer no sólo a los creyentes del Libro sino también a los agnósticos y a los politeistas.
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