El jefe de seguridad de Metro dice que no quería ofender al fallecido al llamarle 'guarricómano'
Hernández afirma que ordenó desalojar a Echeverría-Torres al creer que era un drogadicto
José Luis Hernández Calvo, el jefe de seguridad de Metro acusado de desatender a Javier Echeverría-Torres, de 19 años e hijo de la eurodiputada socialista Francisca Sauquillo, cuando se desvaneció en el suburbano, afirmó ayer que no pretendió 'ofender' al joven cuando se refirió a él como 'guarricómano' y ordenó su desalojo del metro. 'Es la forma de entendernos entre los vigilantes para referirnos a una persona drogada', declaró Hernández en el juicio que se celebra contra él y dos vigilantes por no haber auxiliado a Echeverría, quien falleció junto a la estación de Lista.
Echeverría-Torres falleció la madrugada del 7 de abril de 1998. Al llegar a la estación de Lista (cerca de la calle del Conde de Peñalver), sufrió un desmayo y quedó casi inconsciente. Padecía anorexia. Dos vigilantes del metro alertaron de su situación al jefe de seguridad, el acusado José Luis Hernández, y éste, pese al frío y lluvia reinantes esa noche, ordenó que lo sacasen a la calle. 'Lo dejaron tirado en el suelo, solo y enfermo', sostiene la fiscal Patricia Fernández.
Tanto los vigilantes que sacaron a la calle a Echeverría-Torres como Hernández responden ahora ante un tribunal de un delito de omisión del deber de socorro. El fiscal pide que Hernández sea condenado a una multa de 3.606 euros (600.000 pesetas) por este delito.
El empleado de Metro admitió ayer que los vigilantes le alertaron 'en dos ocasiones', a través del teléfono interior del metro, sobre una persona que se encontraba mal en la estación de Lista. 'Me dijeron que estaba muy delgada. Yo creí que era un toxicómano y di instrucciones para que lo desalojasen, porque en muchos casos los toxicómanos mejoran al darles un vaso de agua o sacarles al exterior para que les dé el aire', dijo.
Según su declaración, no requirió al Samur tras recibir las primeras llamadas de auxilio de los vigilantes porque valoró 'que la situación no era de emergencia'. Hernández indicó que, en todo 1998, avisó personalmente 'en casi 100 ocasiones' al Samur para que atendiese a usuarios con problemas. 'En este caso', explicó, 'entendí que padecía un malestar pasajero y que no estaba grave'. Desde que el joven se sintió mal hasta que finalmente fue trasladado por el Samur al hospital de la Princesa pasaron casi tres horas.
En la sesión de ayer del juicio, que continuará el próximo lunes, también declaró como testigo un jefe de sector de Metro cuya identidad corresponde a las iniciales A. S. Fue una de las primeras personas que vio a Echeverría-Torres en el metro cuando éste intentaba a duras penas subir unas escaleras. 'Le pregunté si necesitaba ayuda, pero balbuceó y no le entendí', dijo el testigo, que se marchó del lugar cuando llegaron los dos vigilantes ahora imputados.
Por otro lado, la Unión de Asociaciones y Entidades de Atención al Drogodependiente (UNAD) ha pedido al presidente de la Comunidad de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, que cambie a los responsables de seguridad de Metro por 'el desprecio que sienten por los derechos humanos', puesto de manifiesto en el juicio por este caso, informa Efe.
Esta ONG, que agrupa a 300 entidades, 40 de ellas en la región, considera que 'el desprecio de los derechos humanos demostrado por los responsables de seguridad de Metro, una empresa pública, no puede quedar en el olvido'.
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