Dos vigilantes del metro alegan que cumplían órdenes cuando echaron a un moribundo
Una grabación revela que el jefe de seguridad tildó al hijo de Sauquillo de 'guarricómano'
Los dos vigilantes de Metro que son juzgados en la Audiencia Provincial por un presunto delito de omisión de socorro que provocó la muerte de Javier Echeverría-Torres, hijo de la eurodiputada Francisca Sauquillo, declararon ayer que sacaron al joven fuera de la estación 'siguiendo órdenes del jefe de seguridad de Metro'. En la sesión también hubo tiempo de escuchar la cinta donde se grabaron todas las conversaciones mantenidas entre los dos vigilantes y el jefe de seguridad esa noche. En la cinta, este último afirma: 'Si es un guarricómano, que se busque la vida'.
La tercera jornada del juicio contra dos vigilantes de la empresa Prosesa y un jefe de seguridad de Metro acusados de un presunto delito de omisión de socorro al abandonar en la calle a Echeverría-Torres, hijo de la eurodiputada socialista Francisca Sauquillo, inició ayer el turno de declaraciones de los acusados. Éstos son los vigilantes José Muñoz Navajas y Juan Carlos García Ormeño, y José Luis Hernández Calvo, que esa noche actuaba como jefe de seguridad de Metro. Ayer testificaron los dos primeros.
A los acusados se les imputa un presunto delito de omisión del deber de socorro porque, la madrugada del 7 de abril de 1998, decidieron desalojar y dejar tendido en la calle, sin avisar al Samur, al joven Echeverría-Torres, que se había desvanecido en la estación de Lista. Muñoz, García y Hernández confundieron al joven con 'un drogadicto en fase terminal de sida', cuando en realidad presentaba una 'bajada de glucemia' consecuencia de la anorexia que padecía, según ha quedado probado en la instrucción del caso.
Aquella noche, Echeverría-Torres, de 19 años, transitaba por la estación de Lista cuando sufrió un desvanecimiento y cayó al suelo. Los dos vigilantes declararon ayer que sacaron de la estación al joven y lo dejaron tirado en la calle 'siguiendo las indicaciones' de su jefe de seguridad, 'creyendo que se trataba de un drogadicto con un sida terminal'. El hijo de Francisca Sauquillo estuvo tendido en la calle hasta que otros vigilantes lo vieron y avisaron al Samur. Murió en el hospital La Princesa horas más tarde.
Durante la sesión se pudo escuchar la grabación de las conversaciones mantenidas entre los vigilantes y el jefe de seguridad. En un momento de la cinta se oye a este último, que se refiere así a Echeverría-Torres: 'Si es un guarricómano de ésos, que se busque la vida'. Y agrega: 'Si puede darse un paseíto, que se vaya por donde ha venido'.
En su declaración, uno de los vigilantes, José Muñoz, culpó a Hernández Calvo de ser el responsable de su actuación. 'Nos contestaron lo de siempre; cuando llamas pidiendo una ambulancia son reacios a mandarla y te suelen decir que les saques a que les dé el aire', indicó. 'Si nos fuimos', agregó, 'fue porque nos aseguraron que venía el Samur de camino; pero si yo hubiese tenido dudas de que no fuesen a llegar, no me habría marchado, aunque me hubiese costado el puesto de trabajo'. José Muñoz fue despedido por Prosesa por no rectificar un informe en el que relataba los hechos, tal como le pidieron, porque 'podría dañar la imagen de Metro y la empresa', según declaró a EL PAÍS en abril de 2001.
'Un enfermo terminal'
El otro vigilante, Juan Carlos García, explicó que la impresión que tuvo es que 'el chico podía ser un enfermo terminal de sida' o que 'había tomado algo', ya que 'era de una extrema delgadez, iba un poco desaseado y portaba dos mochilas'. Los vigilantes modificaron su declaración de hace cuatro años ante el Juzgado número 1 de Madrid, que instruyó la causa. Por esto, la fiscal, Patricia Fernández, solicitó a la presidencia de la sala que se repartiera entre los componentes del jurado la declaración de hace cuatro años y la de ayer 'para que el jurado, por sí mismo, pueda comprobar la diferencia'.
Entre los nuevos datos ofrecidos, Muñoz recordó haber efectuado una cuarta llamada al centro de seguridad de Metro (Sala 3), en la que el jefe, Hernández Calvo, les comunicó que avisaría al Samur para que atendiera al joven Echeverría-Torres, testimonio que, en cambio, no consta en la declaración prestada en su día ante el juez de instrucción.
La otra novedad, ésta recordada por los dos vigilantes, matizaba que 'en ningún momento' dejaron al joven 'solo' en la calle. Aseguraron que, cuando abandonaron en la calle a Javier Echeverría-Torres, lo dejaron en compañía del taquillero y sólo cuando el jefe de seguridad les comunicó por radio-transmisor que avisaría a los médicos del Samur.
El taquillero no podrá corroborar ni desmentir esa versión. Ayer se conoció que este empleado se suicidó meses después de que ocurrieran los hechos. '¿Sabe usted dónde esta el jefe de estación?', preguntó la fiscal. 'Sí', contestó García Ormeño. 'Está muerto, ¿no?', inquirió la fiscal. 'Se suicidó', respondió el vigilante. '¿Y sabe que lo que está usted diciendo no se puede contrastar porque esa persona ha fallecido?', volvió a preguntar la fiscal. No hubo respuesta.
La letrada que representa a los padres de Echeverría-Torres, Ana María Ruiz Tagle, sostiene que los vigilantes son tan culpables como sus superiores al 'acatar una orden ilegal'.
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