_
_
_
_
LA HORMA DE MI SOMBRERO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Cine y escándalo

El Instituto Francés de Barcelona se ha sacado de la manga un ciclo de 11 películas y lo ha bautizado con el título de Cine y escándalo. 'Este ciclo', leo en el programa, 'que pretende responder a la pregunta '¿cuándo el cine se puede convertir en escándalo?', tiene su origen en un acontecimiento reciente, la muerte de Roger Vadim; un cineasta actualmente catalogado de secundario, pero que antaño fue noticia al menos por dos de sus películas: la siempre agradable Et Dieu créa la femme (1956), que lanzó a la fama a su esposa, Brigitte Bardot, considerada entonces (tanto ella como la película) como una especie de diablesa y, sin lugar a dudas, demasiado seductora'. 'Más tarde', sigo leyendo, 'por la más mediocre Liaisons dangereuses, que ofendió tanto a la gente de letras que Vadim se vio obligado a rebautizarla con el título Liaisons dangereuses 1960 (para atenuar el riesgo de atentar contra un monumento literario, y además francés)'.

'La religieuse' desetaca en el ciclo de 11 películas 'escandalosas' organizado por el Instituto Francés

El ciclo se abrió el pasado lunes con Le Dernier tango à Paris (que no fui a ver a Perpiñán en su momento, como era la moda, sin duda influenciado por los pésimos chistes que hacía mi director, Ibáñez Escofet, sobre la famosa 'mantequilla'), y seguirá, hasta mediados de marzo, con filmes de Vadim, Godard, Malle, Rivette, Catherine Breillat, Virginie Despentes y Coralie Trinh Thi. La mayoría de ellos pertenece a la categoría de películas que los franceses denominan 'films d'auteur' (las dos categorías restantes son los filmes français y los étrangers). Curiosa denominación ésta de filmes 'de autor', la cual le lleva a pensar a mi querido y admirado Julian Gracq lo divertido que sería que semejante denominación se hiciese extensiva a la producción bibliográfica.

De las 11 películas pienso ir a ver tres: Le petit soldat (1960), de Godard; Suzanne Simonin, la Religieuse de Diderot (1966), de Rivette; y Le vent des Aurès (1966), de Mohamed Lakdar Hamina. La de Godard porque no he vuelto a verla desde el día de su preestreno, en enero de 1963, en la Cinemateca de la Rue d'Ulm, en París. La película, la tercera de Godard, se había terminado dos años antes, pero no pudo estrenarse hasta 1963, concluida la paz en Argelia. En ella se narra la historia de un fotógrafo de prensa que deserta del ejército francés para hacerse asesino a sueldo de un grupo de la OAS, un periodista-fotógrafo que está liado con una chica (preciosa Anna Karina) militante del FLN. Guardo un buen recuerdo de esa película (y más de la gentileza de Godard, que me invitó personalmente, a mí, un pobre estudiante de la Sorbona con el que había coincidido en dos o tres ocasiones en la Cinemateca, al preestreno de su película.

En cuanto a Le vent des Aurès, se sitúa en los inicios de la guerra de Argelia, que, por entonces, no era tal guerra, es decir, que no se la podía llamar así. Se decía: 'les événements d'Algerie' o 'la guerre sans nom'. La película es menos brutal que otras sobre el mismo tema (pienso en La batalla de Argel, del italiano Pontecorvo; o en La Question, de Laurent Heynemann), pero resulta muy digna. Tuvo problemas en Marsella (territorio pied noir), por parte del prefecto del departamento y del alcalde de la ciudad. Me apetecerá volver a verla.

Mi tercera película es La religieuse, de Rivette. Ésa sí que fue una película 'de escándalo'. Y lo bueno del caso es que el escándalo se organizó antes de su estreno, incluso antes de su rodaje. La cosa empezó el 25 de septiembre de 1965, cuando La Cinématographie française publicó una nota en la que se decía que Jacques Rivette se disponía a rodar un filme sobre La religieuse, de Diderot. Al parecer un alma caritativa leyó esa nota y se fue con el soplo a la presidenta de la Unión de Madres Superiores de Francia (monjas conventuales), la cual a su vez alertó al ministro de la Información, Alain Peyreffite, sobre semejante proyecto, 'blasphematoire, et qui déshonore les relegieuses'. Después de las madres superioras, el ataque vino de parte de la APEL (Association des parents d'élèves de l'enseignement libre), un grupo de presión considerable (600.000 asociados), el cual escribió al ministro diciendo que tal película, en el caso de rodarse, de autorizar su rodaje, suponía un ataque al honor de las religiosas, 'ancienes éducatrices de nos Mères et de nos Epouses, le plus souvent encore éducatrices de nos enfants'. Y empezaron a llegarle cartas, miles, decenas de miles de cartas, al ministro y a la señora De Gaulle.

La señora De Gaulle hizo caso omiso, mas no el ministro, el cual prometió a las madres superioras y a los padres de los alumnos/as que haría cuanto estuviese en sus manos para impedir aquel proyecto blasfematorio (en mayo había convocadas elecciones municipales y el ministro quería asegurarse los votos católicos). Pese al ministro, se autorizó el rodaje. No en la abadía de Fontevraud, como había previsto Rivette (Jean Foyer, ministro de Justicia y diputado del lugar se opuso 'por el riesgo de molestar a sus electores católicos'). Se rodó en Aviñón (cuyo alcalde, a la sazón, era socialista). El 22 de marzo de 1966, la película, ya terminada, titulada definitivamente Suzanne Simonin, la religieuse de Diderot, para evitar susceptibilidades, pasa a la comisión de control, que la aprueba 'sólo para mayores de 18 años'. El ministro, que ya no es Peyreffite sino un tal Bourges, Yvon Bourges, se cabrea, exige un segundo pase ante la comisión de control y, ante la tozudez de ésta en no prohibirla, dedice prohibirla él.

La prensa se le echa encima. La de izquierdas, y la de derechas, para no hacer el ridículo. Sale a la luz el 'Manifiesto de los 1789', fecha harto simbólica; los vecinos de la localidad de Bourges amenazan con rebautizar su ciudad con el nombre de Diderot o de Rivette; y Godard le manda una carta entre divertida y sangrienta a Malraux, 'ministre de la Kultur', desde 'la France libre'. El affaire de La religieuse se ha convertido en el pitorreo nacional. 'Et cette affaire de La Religieuse, quelle sottise!', le dice el cardenal Feltin a De Gaulle. Y el general-presidente le responde: 'Eh oui, quelle sottise!'. Al final, Malraux reacciona y manda la película de Rivette, prohibida y todo, al Festival de Cannes. Se estrena y no pasa nada. Hoy es un clásico. (Pueden verla en el Instituto Françés -Moià, 8- el 4 y 5 de febrero, por sólo 2 euros la butaca).

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_