¿Socialistas sin futuro?
Andan los socialistas vascos como Hamlet deshojando la margarita, que en su caso es una rosa. Hace ya ochenta años que el socialismo se hizo adulto al curarse de su enfermedad infantil, la tentación totalitaria. Esa tentación a la que, de forma bien descriptiva, los regímenes comunistas llamaron 'dictadura del proletariado'. Desde entonces saben que no son, ni pueden ni quieren ser, los representantes de toda la clase obrera, ni de todo el pueblo, ni de toda la sociedad. Sólo pueden aspirar a representar a ciudadanos concretos que compartan sus valores o sus opciones políticas.
Los nacionalistas, en cambio, aún no se han curado de la misma enfermedad. Por eso, coloquialmente, siguen refiriéndose al PNV con el nombre de 'el partido'; como si aspiraran a ser el único partido de los vascos. Y después de veinte años gobernando, cada día es más difícil que se curen. Porque a quienes el pluralismo político les resulta una gravosa carga el poder siempre se les sube a la cabeza. Ellos, pues, nos seguirán representando a todos los vascos, queramos los demás o no queramos. Por las buenas, el PNV y EA; o si no, por las malas.
La maldición que destruyó Euskadiko Ezkerra ha alcanzando a los socialistas
Dice Sartori que se puede hablar de una cultura pluralista cuando estamos ante una cultura secularizada en las creencias; y ante una sociedad pluralista, cuando en ella se producen líneas de división cruzadas que se neutralizan y frenan por afiliaciones y lealtades múltiples. La creencia en el valor del pluralismo (cultural, social y político) requiere, por ello, superar un complejo de orfandad. No les sucede sólo a los políticos, sino a cualquier ser humano. Las mujeres quisimos ser libres e independientes de los hombres. ¿Por qué nos sigue costando tanto mandar a paseo a un individuo que no nos merece? A menudo yo preferiría estar mal acompañada antes que sola.
Y algo de eso les está sucediendo a no pocos socialistas en Vizcaya y aún más en Guipúzcoa: que el sentimiento totalitario al que renunciaron en sí mismos lo buscan ahora en otros, en los nacionalistas. No buscan las coincidencias más o menos profundas con otros partidos, sino que buscan cobijo en la casa del padre. En algunos no será por oportunismo, sino por un legítimo deseo de continuar con vida. Hay socialistas que tienen amigos nacionalistas que a su vez tienen amigos batasunos que tienen amigos asesinos. Hace poco, alguien que conozco supo que estaba en el punto de mira y pidió a un compañero que le hiciese el recado. Éste empezó su peregrinar por herrikotabernas y batzokis en busca de Patxi, el amigo del amigo del amigo... No tengo fuerzas para contarles la mirada del tal Patxi mientras consideraba desde la altura de su vaso de vino las condiciones de un posible indulto.
En las dictaduras, siempre hay quienes se agazapan esperando a que escampe. Hay una inteligencia para la supervivencia que consiste en mimetizarse con el entorno disfrazándose de ramita o de excremento. No está mal para un insecto o incluso para un ser humano maltratado. Pero no para quien nos quiere representar. Porque yo poco podré hacer pero, desde luego, tengo claro no votar a quien deba agradecer que le estén perdonando la vida. A menudo hay quien dice que no puede exigirse a un concejal que sea un héroe. Claro. Un político es antes que nada una persona con todo el derecho a conservar su vida. Pero si además de persona quiere ser un ciudadano representando a otros ciudadanos, las circunstancias le ponen el listón a cierta altura para que los demás podamos creer en él. Y esa altura implica, hoy y aquí, un alto grado de heroísmo.
Los representantes vascos del PP lo saben y lo asumen individualmente y como grupo. Por esa coherencia están recibiendo cada vez más votos de derechas y de izquierdas. Por eso mismo les respeto y admiro.
También los socialistas vascos, en los últimos tiempos, se habían convertido en admirables, encarnados concejales o en alcaldes y alcaldesas como Totorica o Urchueguía. Por lo mísmo, también más ciudadanos les hemos respaldado.
Pero ahora, la maldición hamletiana que destruyó a Euskadiko Ezkerra ha alcanzado también a nuestros socialistas. Por eso andan hoy deshojando su rosa, que ya se nos está quedando un poco calva en este si es no es. Que si pierden la rosa se quedarán con el puño cerrado para destrozarse entre sí 'sin contemplaciones'. Los días que faltan de aquí al congreso serán cruciales para decidir si se hace con el poder un aparato oportunista o personas en quienes podamos confiar.
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