Cárceles
La excarcelación esta que tanto inquieta debería ser utilizada en un sentido positivo. Las cárceles están repletas de enfermos, muchos terminales; de sidosos, de drogadictos. No digamos de depresivos: es una gran creadora de depresiones. El ejemplo de los jueces que soltaron a El Negro -causante, por sí mismo y sus compinches, de muchas de esas situaciones carcelarias de sus víctimas- debería servir, aparte de lo que se descubra, para revisar las situaciones penales y producir un elevado número de libertades. No será así: la sociedad es muy represiva, y cada vez que un fugado con permiso o un excarcelado comete un delito hace caer la responsabilidad sobre todos los demás que cumplen sus condiciones y sobre las autoridades que lo permiten y las leyes demasiado benévolas. Entre la semántica sinvergonzona en que vivimos está la idea de que la cárcel sirve para regenerar: es para regenerarnos a nosotros, los libres, los sin delito concebido, de nuestros pecados de venganza, de odio y de miedo. Las 'regeneraciones' se cumplen en personas de delito ocasional, en los que han caído en él sin pensarlo ni premeditarlo. Los otros no pueden ser regenerados porque no tienen ocasión en la vida de la calle. No hablemos de las prisiones preventivas, que castigan antes del derecho. Más que redentoras -la palabra redención era franquista: así se titulaba el periódico de los presos, y así se aspiraba a que se convirtieran de su rojez canallesca- las prisiones son productoras de delincuentes.
Está en las doctrinas de nuestros penalistas más insignes. No hablo de los que piensan que es posible una sociedad sin delitos, porque ésos están -o estamos- condenados por tontos y la construcción del futuro se hace en el sentido contrario; sino de los que quizá advirtieran que el exceso de cárceles, de penalizaciones, castigos y miedos aumenta el número de delincuentes potenciales. El miedo a ser víctima del delito forma parte de la sociedad burguesa, que es la nuestra; la burguesía se ha transformado mucho en los dos últimos siglos, y en España en los últimos años, pero su sentido de la defensa se ha acentuado. Vemos cómo se explota: la campaña sobre 'inseguridad ciudadana' fue una de las armas contra el Gobierno socialista, como si la favoreciera. Votar seguridad, y 'ley y orden', es un voto naturalmente conservador: y parece que el castigo y la represión son los que mejor lo aseguran.
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