Tommy Robredo, a dar el salto
El tenista de Hostalric afronta el abierto de Australia, tras ganar la Copa Hopman junto a Arantxa Sánchez Vicario
Si su padre, Ángel, no hubiera sufrido una lesión en la rodilla derecha en su etapa de jugador de fútbol semiprofesional es posible que ahora no habláramos de Tommy Robredo. 'No lo sé', afirma el propio Ángel. Pero si su madre, Dolors, no hubiese aceptado la propuesta de su entonces novio cuando le dijo, en un tono jocoso y entre sonrisas pero en serio: 'Si no te gusta el tenis, ya podemos dejarlo', ahora el proyecto Tommy no comenzaría a ser ya una realidad ni sería nada.
Sin embargo, las dos cosas ocurrieron. Y a partir de hoy en Melbourne, Robredo, de 19 años, será, junto a Arantxa Sánchez, el único de los 27 españoles participantes en el Open de Australia que llega al torneo tras haber logrado un título este año: la Copa Hopman en Perth.
La verdad es que éste no es un dato especialmente relevante: se trata de una exhibición. A muchos les seduce más ver la lista de cabezas de serie y partir de ella para especular. En esa lista, Robredo aparece en último lugar y de rebote, por la baja de última hora de Juan Carlos Ferrero, lesionado. Tommy es el 34º mundial y tiene por delante a Ferrero (5º), Àlex Corretja (16º), Carlos Moyà (19º) y Albert Portas (20º). La más pura lógica le exime de llegar más lejos que ellos. Corretja y Moyà -finalista en 1997-, en concreto, son aspirantes al título.
Aunque todo eso ha sido procesado por el cerebro de Robredo, el jugador nacido en Hostalric y formado en Olot no renuncia a nada. Capacidad para asumir responsabilidades le sobra. Más que una cabeza parece tener un ordenador. Lo que más valora ahora es que en Perth logró algunas victorias de nivel, y especialmente la última, frente al estadounidense Jan-Michael Gambill, 21º. 'Mi adaptación a estas pistas ha sido rápida. Juego a un buen nivel. Pero sigo con los pies en el suelo', exclama cuando se le pregunta por sus opciones en el primer Grand Slam del año.
Sus mejores recuerdos del abierto australiano se remontan a 2000, cuando ganó el doble y perdió las semifinales individuales júnior frente a un croata, Ancic, a quien hay que buscar con lupa en el ránking. El año pasado debutó en el cuadro grande y fue eliminado de entrada por Arnaud Clément. Pero desde entonces todo es muy distinto para él. 'Lo que yo aprecio', comenta su padre, 'es que está cambiando mucho físicamente. Es más fuerte y musculado. Ha madurado. Pero su personalidad permanece estable. ¿Sus objetivos? No sabría decirlos. Como a todo el mundo, le gustaría ser número uno y ganar un Grand Slam'.
Hasta ahora, Robredo ha acertado en todas sus decisiones. Tiene su carrera bien enfocada. Le ha bastado un año para confirmar las apuestas que sobre él han hecho las federaciones catalana y española de tenis (RFET). La primera desplazó un entrenador dos veces por semana a Olot cuando Tommy tenía 11 años, hasta los 14, porque no quiso dejar a su familia a esa edad. Pero, después, fue él mismo quien decidió incorporarse al grupo del CAR de la española. Y luego, de acuerdo con la RFET, decidió que su entrenador personal fuera Miquel Margets, cuando todo el mundo suponía que se quedaría con Juan Bautista Avendaño, con quien había tenido más contacto. 'Yo no creo que sea autosuficiente', agrega su padre tras reconocer que la familia no interfiere en la carrera del hijo pero que le apoya. 'Él sabe de quiénes se debe rodear. Ha pasado momentos malos, como la lesión en la espalda que le tuvo cuatro meses parado en su segundo año en el CAR, y ha aprendido ya algunas lecciones'.
La cuestión es que a su brillante paso por las etapas de formación (fue campeón de España alevín, campeón europeo sub 13, sub 14 y sub 16, campeón de la Orange Bowl cadete, finalista júnior en Roland Garros) unió el año pasado su primer título del circuito en Sopot (Polonia), su primera final (Casablanca) y sus primeros octavos en el Grand Slam (Roland Garros y Open de EE UU). Y ahora, Robredo se dispone a elevar el listón y a dar otro salto importante en Melbourne.
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