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Reportaje:APUNTES

Un ciclo que se cierra

Los dos virtuales candidatos a rector formaron parte del primer equipo rectoral tras la LRU

En la reunión constitutiva del último claustro de la LRU, celebrada el miércoles pasado, el rector Pedro Ruiz dio a conocer la propuesta de procedimiento electoral que presentará esta misma mañana, primer día de entrada en vigor de la LOU, a la Junta de Gobierno. Dicha propuesta plantea algunas cuestiones de calado, no tanto por el calendario, prácticamente el mismo que diseñó la Junta en noviembre, como por otros aspectos del proceso. Queda por ver si, habida cuenta de que los vocales del PAS en la Junta de Gobierno no están dispuestos a aceptar menos del 11% de los sufragios en la elección a rector y los estudiantes mantienen el 27% que actualmente ostentan en los órganos representativos de la universidad, en qué posición quedan los funcionarios no doctores (275 profesores, básicamente titulares de escuela universitaria), amén del grupo de profesores ayudantes y becarios de investigación (1.700 personas), convertidos en un estamento aparte por mor de la nueva normativa.

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Las elecciones, según la propuesta del rector, se convocarán para el 26 de febrero, en primera vuelta y tras una campaña que se extenderá desde el 11 al 25 del mismo mes. El último día de campaña, si prospera la propuesta, el claustro se reunirá para que los candidatos expongan sus programas y equipos ante los representantes de la comunidad universitaria. '¿Será una mera presentación o votarán los claustrales?', plantea Josep Lluís Barona, candidato in péctore al rectorado. La posibilidad es real y no se trata de una pregunta baladí, puesto que dado que la LOU reconoce al claustro la capacidad de revocar al rector, se encadena con una segunda: ¿Qué pasará si la opción mayoritaria del claustro difiere de los resultados salidos de las urnas? Ambas quedan, de momento, en el aire. Por su parte, Francisco Tomás, también candidato declarado, señala la novedad del sufragio universal como 'aspecto crítico de esta campaña', ya que 'los claustrales eran colectivos identificados' y ahora habrá que recurrir a 'actos de comunicación masivos'.

Otro interrogante abierto, hasta las 14 horas del próximo miércoles, es si sólo concurrirán estos dos candidatos, ambos situados en la órbita progresista, o habrá alguna sorpresa de última hora. El colectivo Mujeres Universitarias, el foro de reflexión más relevante surgido recientemente en el seno de la universidad, no presentará aspirante al rectorado, aunque hará valer sus demandas. Respecto a la posibilidad de que la derecha presente un candidato, que se ha convertido en un rumor recurrente, distintas fuentes señalan las dificultades del intento. Lo mejor que le podría pasar a un competidor (o competidora) de esa opción es que impidiera obtener la mayoría absoluta a uno de los dos candidatos progresistas, quedara segundo y pasara a la necesaria segunda vuelta electoral del 6 de marzo, en competición con el otro. Dado que los votos del perdedor se sumarían mayoritariamente a los del candidato progresista destacado, que se convertiría en rector, ¿quién estaría dispuesto a quemarse en esta operación? Quedan dos días para responder a esta cuestión.

Entretanto, Barona y Tomás mantienen reuniones con distintos colectivos, ultiman sus programas y perfilan los equipos cuya competencia esgrimirán en la campaña electoral. La concurrencia de ambos significa, de alguna manera, el cierre de un ciclo que se abrió con las primeras elecciones celebradas al amparo de la LRU en mayo de 1986. En aquella liza, Ramón Lapiedra, apoyado por el Bloc Progressista, un amplio movimiento asambleario nacionalista de izquierdas, se revalidó en el rectorado al ganar la votación del claustro en una primera vuelta frente a Ángel Ortí, decano de la Facultad de Económicas. En el nuevo equipo rectoral figuraban como vicerrectores tanto Josep Lluís Barona como Francisco Tomás. La trayectoria de ambos, pues, revela parecidas raíces, si bien luego han seguido caminos diferentes. Barona repetiría como vicerrector, en esta ocasión de Relaciones Externas, en la siguiente legislatura y de nuevo junto a Ramon Lapiedra, pero dimitiría dos años después, en 1992. En las siguientes elecciones, en 1994, Francisco Tomás competiría por el birrete rectoral con Pedro Ruiz, que también había sido vicerrector en el equipo formado por Lapiedra en 1986. Ruiz Torres se alzó con la victoria en la segunda vuelta y volvería a presentarse en solitario en 1998. Revalidado en el cargo, fichó a Tomás, su antiguo rival, para el vicerrectorado de Investigación. En esta última legislatura, por otra parte, Josep Lluís Barona ha sido nombrado director de la Universitat d'Estíu de Gandia y ha obtenido la condición de catedrático (de Historia de la Ciencia), estatus imprescindible para aspirar al rectorado.

A pesar de las raíces comunes, ambos candidatos habrán de confrontar sus programas y talantes. 'No somos candidatos contrapuestos, salvo por cuestiones electorales. Posiblemente las diferencias entre nosotros se perciban en tiempos, formas y procedimientos', afirma Tomás, que prefiere no avanzar las líneas de su programa electoral. 'Apuesto por la modernización, la renovación de ideas y cargos y por el cambio de estructuras', subraya Barona, que tiene el campo abierto a la crítica del anterior equipo de gobierno, mientras que Tomás habrá de defender las bondades de la gestión realizada, dado que 'he sido corresponsable con Pedro Ruiz de la política llevada a cabo por la universidad'. Ambos coinciden en la apuesta por el 'juego limpio' en la lid y en, gane quien gane, no convertirse en oposición declarada del rectorado.

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