El centro de la galaxia alberga más de un millar de fuentes de rayos X

El telescopio espacial Chandra ha resuelto, al menos en parte, uno de los misterios a los que se enfrentaban los astrónomos desde que hace 20 años se supo que una gran cantidad de rayos X emana del centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Además del masivo agujero negro central, prácticamente confirmado, el telescopio ha detectado más de mil débiles fuentes de rayos X, que los astrónomos identifican como estrellas de neutrones, enanas blancas y agujeros negros estelares (menos masivos). De estas mil fuentes sólo se conocían antes unas 20. Los científicos creen que al menos la mitad de estas fuentes pertenecen a la Vía Láctea galáctico y no a galaxias que están detrás. Además, aventuran que el resto de los rayos X (la radiación difusa que es el mayor componente del total) está asociada a la creación de estrellas masivas y probablemente también a los rayos X que emitió en épocas pasadas el agujero negro central, entonces más activo que en la actualidad.

La Vía Láctea tiene 80.000 años luz de diámetro y contiene unos 100.000 millones de estrellas. El sol y los planetas que le rodean se encuentra lejos (a 26.000 años luz) del núcleo galáctico, pero este núcleo es el más cercano que se puede estudiar desde la Tierra. Por eso es tan importante dilucidar lo que pasa allí. El análisis de los datos del telescopio espacial estadounidense lo han hecho astrónomos de las universidades Columbia y de Massachusetts (EE UU) y lo presentó ayer su autor principal, Daniel Wang en la reunión de la Asociación Americana de Astronomía en Washington. Hoy lo publica la revista Nature.