_
_
_
_
Reportaje:REPORTAJE

Portugal-España: siameses unidos por la espalda

Para el hombre y la mujer del tiempo en las televisiones españolas, Portugal no existe. Los mapas del tiempo lo muestran sombreado y fantasmal. Podría aparecer en un descuido París al norte, pero nunca Lisboa al oeste. En Lisboa no llueve, no hay nubes, no hay sol, no hace frío ni calor. ¿Existe la capital de Portugal? ¿Existe Portugal para los españoles?

Por supuesto, y en justa reciprocidad, los portugueses hacen lo mismo. España tampoco existe en su meteorología. Y los periódicos portugueses aplican con ahínco el cuchillo carnicero para separar su trozo de jamón del hueso ibérico que es, quiérase o no, España. Y de este modo, Portugal se ve a sí misma como una isla en medio del océano y queda reducida, ya invisible, a categoría de apéndice extirpado.

José Luís Arnaut, secretario general del PSD: 'Es inoportuno tratar de nuestras diferencias cuando tenemos unas relaciones correctas con España'
José Leopoldo del Nogal: 'Los portugueses son personas muy preparadas, hablan varios idiomas, lo que no ocurre en España, y su nivel profesional es alto'
Maria Belo: 'La locura del consumo puede llevar a la clase media portuguesa a protagonizar una revuelta contra España, precisamente por saturación y exceso'
Lidia Jorge: 'A diferencia de los portugueses, que vamos a duras penas sobre las olas de un barquichuelo, los españoles van siempre erguidos sobre su caballo'
Marta von Zeller: 'Aunque soy muy patriota, me niego a quedarme en esos prejuicios históricos que ni a un lado ni a otro de la frontera nos llevan a ningún sitio'
Más información
Galp sale a Bolsa para financiar su plan de expansión en España

La realidad es otra, por supuesto. No somos más que hermanos siameses unidos por la espalda sin demasiado interés por operar la separación que facilitaría vernos de frente.

'La lengua portuguesa es la lengua castellana sin huesos', dice la novelista portuguesa Lidia Jorge, citando a Cervantes, aunque sin saber a ciencia cierta si la frase es suya. Pero da igual cuál sea la paternidad de la definición. Parece ajustada. Y la escritora, nacida hace 55 años en el Algarve, ama tanto su propio país como el nuestro y los considera complementarios. La existencia de esos huesos triturados en la lengua portuguesa y abundantes en la española no se limita a la lengua, sino que, añade Lidia Jorge, llenan el cuerpo vivo de España. 'A diferencia de los portugueses, que vamos a duras penas sobre las olas en un barquichuelo, los españoles montan siempre erguidos sobre su caballo', añade. Y también opina que 'la cultura portuguesa es hipócrita, de doble estándar, como estamos viendo en el juicio de una docena de mujeres portuguesas acusadas de aborto, un hecho que ha precipitado la dimisión del primer ministro Antonio Guterres, ya que su credibilidad sufrió al convocar, por razones de ética personal, un referéndum, que perdió, sobre el aborto'. La novelista añade que 'ya es hora de que la mujer portuguesa deje de ser ventrílocuo del marido'.

Interpretación freudiana

Profesora de Cultura Portuguesa, ex diputada socialista y psicoanalista en activo, Maria Belo, ya en la mitad de los 50, ofrece una interpretación freudiana del desencuentro y rivalidad entre España y Portugal. Dice que con la proliferación de marcas españolas de ropa y todo tipo de aparatos domésticos que inundan el mercado portugués, los portugueses reviven algunos de sus fantasmas históricos, interesadamente manipulados por algunos políticos, la prensa y ciertos intelectuales. El terror de ser conquistados, dominados y hasta económicamente saqueados de los ciudadanos ha renacido. Y con especial intensidad desde que los almacenes El Corte Inglés ondean la bandera del consumo en Lisboa.

Se diría que la presencia de la primera empresa española en el sector es vista en el país vecino como un caballo de Troya del que, a la chita callando, saldrán ejércitos de vendedores dispuestos a vaciar los bolsillos lusos.

Lo cual puede provocar una reacción adversa, si no inversa, según la psicoanalista Belo: 'La locura del consumo puede llevar a la clase media portuguesa a protagonizar una revuelta contra España, precisamente por saturación y exceso'. Y añade que no conviene olvidar un proverbio portugués que dice: 'De España no viene ni buen viento ni buen casamiento'. Vienen, por supuesto, buenos productos y aun mejores servicios de la banca. La misma Maria Belo señala que 'si vas a pedir un crédito a un banco portugués u otros servicios, lo que te ofrece es siempre inferior que lo que puedes conseguir en un banco español, y hay bastantes y muy a la vista'.

Belo sostiene que el sentimiento de amputación que España sufre frente a Portugal no existe en éste, donde, muy al contrario, el sentimiento predominante es el del hijo emancipado que abandona el hogar. 'Portugal se hizo a sí misma contra una madre muy poderosa, muy fuerte, fálica, castradora'.

Que las masas en Lisboa (como pronto ocurrirá en Oporto) acudan a El Corte Inglés como moscas atraídas por toda clase de dulzuras denota, más que hambre, saciada desde hace años en otros centros como los de Vigo o Badajoz, las ganas de comer sin tener que salir de viaje. Ahora está todo a la vuelta de la esquina y ofrecido con una metodología irresistible.

El director de estos grandes almacenes (los mayores y más modernos de la Península) explica que en su corporación, 'de corte militar', nada se ha improvisado. José Leopoldo del Nogal fue traído de California, donde estuvo trabajando y aprendiendo los últimos 18 años. Hoy tiene 52, y en menos de un año ha aprendido portugués con clases particulares (o portuñol, para ser más exactos) y, sobre todo, ha celebrado, dice, que los portugueses sean 'muy amantes del consumo y de las marcas'. Los almacenes no han sido portugalizados, añade el director, porque al público le encanta sentirse como en España, aunque con algunas diferencias, incluso mejores, hechas a la medida del mercado portugués. 'Por ejemplo, en cada una de las seis plantas hay un pequeño café y su correspondiente espacio para fumar, con éxito rotundo. También ofrecemos la tienda de sopas, pues el plato de sopa, a cualquier hora del día o de la noche, es para el portugués algo querido y sagrado'. A las dependientas (edad media, 23 años) se las uniformó con pantalones, algo que no existe en los almacenes en España debido a la línea y peso de la mayoría de las empleadas, cuya media de edad es bastante más elevada. Y esto, unido a una buena proporción de las mercancías (30%, portuguesas; el resto, importadas), hace que los 2.000 empleados fijos ya no den abasto. 'Cuidan especialmente el idioma aquellos pocos que son españoles'. 'Los portugueses', añade el director, 'son personas muy preparadas, hablan varios idiomas, cosa que no ocurre en España, y su nivel profesional es alto'.

Entre nosotros persiste todavía la impresión de que Portugal, mínimamente presente en nuestras vidas y economías, es un pariente pobre a quien se ignora la mayor parte del tiempo y, a lo sumo, se visita una vez en la vida. Pero algunos confían en que pronto habrá de cambiar esta actitud distante y paternalista de los españoles hacia nuestros vecinos peninsulares. Las generaciones mas jóvenes de ambos países se han quitado lastre ideológico recibido a partes iguales en la herencia familiar. Y en España despierta un interés creciente la literatura portuguesa contemporánea, que había quedado estacionada junto al inmenso andén de Fernando Pessoa y sus saudades y desasosiegos, Miguel Torga en su penetrante diario íntimo, Sà Carneiro elaborando su cuidada locura y suicidio, por no citar a alguno más. Hoy, por suerte, son como parte nuestra Saramago y Lobo Antunes, acompañados, más que seguidos, por otros estimables escritores de menor edad aunque de parecido talento.

Frontera extremeña

Ignacio Sánchez Amor, de 41 años, director del Gabinete del presidente de la Junta de Extremadura, lleva varios años desarrollando una labor de acercamiento cultural entre ambos países, desde Mérida. La frontera de la comunidad extremeña con Portugal se extiende a lo largo de 250 kilómetros.

En su comunidad hay 6.000 extremeños estudiando portugués, de un total de 12.000 que lo hacen en el resto de España. El idioma portugués sólo se estudia en siete universidades, además de en las escuelas privadas. Y fue la Universidad de Extremadura la primera en crear hace tres años la licenciatura de Lengua y Literatura Portuguesas. La demanda del portugués ha superado a la del francés. Sectores como el de hostelería, sanidad, transporte y hasta policía local incluyen el idioma portugués en su formación.

Sánchez Amor recalca que hoy no existe una sola empresa que no tenga a un empleado con conocimientos del portugués escrito y hablado. Es necesario. Y añade que el Museo de Arte Contemporáneo de Badajoz tiene la mejor colección de arte portugués fuera de Portugal.

Luís Neto preside el Consejo de Administración del Icep (Investimento, Comércio e Turismo), dependiente del Ministerio de Economía portugués. En el año 2000, dice Neto, Portugal recibió a 12 millones de turistas, de los que la mitad eran españoles. Algo que para un país con una población ligeramente superior a los 10 millones de habitantes es, cree Neto, una buena cifra. Y a la inversa, el turismo portugués hacia España se sitúa en algo más de un millón de personas. Como nadie discute que el turismo es, en la mayoría de los casos, no sólo una magnífica fuente de ingresos (la principal para España y también para Portugal), sino además una medicación recomendable para combatir los prejuicios xenófobos y moderar las pasiones nacionalistas, ambos países están comprometidos en fomentarlo. Y han dado un paso juntos promocionando España y Portugal como destino único, como un turismo complementario en el interior de la Península. Así se ha hecho desde hace tres años en EE UU.

En Portugal, el turismo aporta al erario público el 8% del PIB (producto interior bruto) y, dado que la capacidad estructural y física es limitada, el esfuerzo de las autoridades se dirige a atraer un turismo de calidad y no de masas. 'Nosotros no podemos competir con números ni podemos hacer como hace España en la costa con sus ofertas masificadas; nosotros apostamos por estancias más prolongadas y por turistas con más recursos económicos', señala Luís Neto.

Esto lleva a nuestro interlocutor a hablar de las diferencias que hacen de Portugal y de España pueblos complementarios: 'Creo que debemos mostrar en nuestras respectivas ofertas turísticas todo lo que nos diferencia, la diversidad de nuestras culturas, costumbres y formas de vida. Porque, aunque estamos tan cerca, somos muy diferentes'.

Es un error, para el mejor entendimiento de ambos países, reafirmar del lado español y haciendo trompetita con la mano que los portugueses son como nosotros aunque un poco más tristes, un poco menos agresivos que la media nacional. Para colmo, no acaban la faena: no matan al toro en los ruedos. Así, de un grosero plumazo, barremos las diferencias que, grandes o menos grandes, hacen a aquel pueblo sentir su propia identidad y enorgullecerse de ella.

Así y todo, Neto quiere hacerme ver que Portugal no está ni atemorizado por la supuesta invasión económica ni pasivo en sus propias iniciativas. Resalta que una empresa portuguesa acaba de adquirir el emblemático hotel de lujo Villamagna, en Madrid. Y otra muestra, las gasolineras GALP. Y aunque no es apenas perceptible la presencia portuguesa en España, está empeñado en crear, por modesto que sea, un espacio cultural portugués en la capital de España y tal vez también en Barcelona. Lo cierto es que resulta penoso no encontrar con regularidad prensa portuguesa en nuestro país.

José Luís Arnaut es secretario general del PSD (Partido Social Demócrata), hoy en el Gobierno. Cuando ingenuamente le pregunto su opinión sobre los siameses unidos por la espalda aunque separados por el resto, me responde: 'Es inoportuno tratar de eso ahora, cuando precisamente tenemos unas relaciones correctas con España. La relación funciona. Funcionó y seguirá funcionando'.

Para la médico española Estefanía Ollé, nacida en Barcelona hace 27 años y hoy cirujana en el hospital San José, de Lisboa, tienen explicación los recelos de muchos portugueses frente a la presencia de profesionales españoles. Ella, como varios cientos más, vino a Portugal al haber suspendido el MIR en España, y luego de descartar Francia, Italia y el Reino Unido. A pesar de la cantidad de papeleo burocrático que le exigieron las autoridades portuguesas, superó esa prueba. Logró inscribirse en el Colegio de Médicos (sin ese trámite, no la examinaban) y se gastó 'un montón de dinero', según recuerda con espanto. Pero ahora se alegra. Pasó la prueba oral (en idioma portugués) y obtuvo una de las 700 plazas disponibles para los mil médicos que concursaron. 'En España es otra la proporción', explica Estefanía Ollé, 'hay 3.000 plazas al año para 15.000 médicos'. Y antes de ir al paro, vino a Lisboa.

No encuentra diferencias notables de calidad ni de servicios hospitalarios. Hay demanda de anestesistas, como si los portugueses detestaran dormir a otros portugueses. Y en consecuencia, vienen los españoles cuando se enteran de la situación. Lo malo, añade Estefanía, es que 'no les gusta a los portugueses que nos formemos aquí y luego nos volvamos a España, lo cual es lógico'. Sobre todo porque aquí se gana un buen dinero. Más que en España: 'Con guardias incluidas, vengo sacando unas 350.000 pesetas al mes, y los pacientes encima te inflan de regalos'.

A Estefanía le gusta el trato respetuoso y cordial de los portugueses, aunque a veces los encuentra un poco machistas y anticuados. 'Parecen tranquilizarse cuando les digo que soy catalana, porque temen que quizá sea una castellana de armas tomar'.

Asesor y aristócrata

En su palacio de El Salvador, en el corazón del barrio lisboeta de Alfama, el aristócrata Bartolomeu de Noronha, abogado de 32 años, repasa la lista de imperfecciones portuguesas que, a su juicio, alimentan los recelos ante el poder emergente español. Dice Noronha que, como abogado asesor del Estado portugués, pasan por sus manos, para informar al Gobierno, las propuestas de concursos internacionales de grandes obras de infraestructura que, indefectiblemente, ganan las empresas españolas. 'Y esto es duro de aceptar si eres un empresario portugués, como también es duro aguantar una legislación laboral anticuada, unos sindicatos poderosos, un entorno comercial, industrial y económico poco dinámico; todo ello frente a un competidor más grande, más agresivo y mucho mejor preparado'.

Pone un ejemplo punzante: 'En Portugal se diseña pésimamente, hasta el punto que algunos productos textiles se los llevan los alemanes para rediseñarlos allí, y luego los traen con marca y más caros a venderlos aquí. Es más, se invirtió una millonada en un tren de velocidad alta y no hicieron bien los cálculos, de tal forma que si alcanza la velocidad para la que fue construido en la línea Lisboa-Oporto, los convoyes podrían colisionar al cruzarse, o descarrilarían'.

'Que ahora se incremente el gasto privado o público cuando el endeudamiento de Portugal es excesivo', añade Noronha, es una temeridad que 'más pronto o más tarde nos saldrá a la cara'.

Y de otro modo, aunque coincidiendo en lo sustancial, Maria Teresa Palha, duquesa de Palmella, de 74 años; su hija Isabel, de 54, y su nieta Marta von Zeller, de 27, declaran su debilidad por España, país en el que han vivido y conocen bien, y su amor a Portugal, donde nacieron. 'Me gustó siempre el carácter español, tan decidido y sin saudades (nostalgias) que entristecen y paralizan', dice Marta, todavía estudiante de filosofía, 'pero que se me entienda bien, soy muy patriota y me niego a estancarme en esos prejuicios históricos que ni a un lado ni a otro de la frontera nos llevan a ningún sitio'. Su abuela prefiere no opinar, ya que sus antepasados eran malagueños. Dice que hay que ser prácticos y comprender que España es tres veces más grande que Portugal, 'pero me da pena reconocer que los portugueses estamos muy parados, y eso nos puede hacer sentir cierta envidia y celos de España'.

Isabel, la generación intermedia, se ríe cuando oye que España invade Portugal. 'Lo que hay que temer no es a España', dice, 'sino a estos sueldos tan bajos que tenemos (un 30% más bajos que en España) cuando los precios son, por desgracia, equiparables'.

Clientes ante la entrada al centro de El Corte Inglés que acaba de abrir sus puertas en Lisboa.
Clientes ante la entrada al centro de El Corte Inglés que acaba de abrir sus puertas en Lisboa.LUZ CARVALHO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_