¡Me han comprado una zambomba, omba!
DESDE ESTA PÁGINA que me ha cedido el Grupo (presionado, a qué negarlo, por mi santo, que hace tiempo me estaba buscando una terapia ocupacional, ya que el psiquiatra sólo me prescribe medicación), mi santo manda este mensaje navideño: 'Muchas gracias, don Jesús, porque con esta columna que usted le ha dado, la pobre se mantiene entretenida con los ajenos y no nos ataca a nosotros, su familia. Este año, gracias a la filantropía de usted, todo en nuestro hogar ha sido más llevadero. Dios le guarde muchos años a usted y a todo su Grupo. En cuanto a los comentarios que ella hizo sobre la cesta, olvídelos, se lo ruego, pues si bien es cierto que la cesta era escasa, también lo es que ya estamos en edad de cuidar tanto el colesterol como las transaminasas. Feliz Navidad'.
Es Navidad, tiempo de recuento. Mi intención con estos articulillos ha sido hacer el bien, pero hay gente que lo ha entendido al revés. Mariano, mi quiosquero, me dijo el día de Nochebuena: 'Hala, lo que has puesto de la cesta de EL PAÍS'. Perdona, le dije, pero si denuncié que, en lo que se refiere al contenido de dicha cesta, vamos a menos, es porque creo que mi Grupo puede mejorar, que el año que viene no sólo pueden incluir el lomo entero, sino mandarme a mí otra cesta. Aunque sea mujer y sólo escriba mamarrachadas, también tengo un corazón que late. Como Betty la Fea.
Un basurero de los que vienen a pedir el aguinaldo -han venido todos los basureros de Madrid a felicitarme las Pascuas. Por Dios, repartíos un poquito, id a casa de Pérez-Reverte, que tiene menos hijos y gana más dinero- me dice: 'Hala, lo que decía usted de la Casa Real'. Perdón, aclaremos la cosa, sólo dije que peor lo tendrían los Reyes si en vez de gustarle a su hijo una plebeya, le gustara un plebeyo. Soy una mujer hiperpositiva. Mis sobrinas, que antaño me querían y presumían en la escuela de ser mis sobrinas, se han enfadado porque llamé 'guarra' a Rowling, dicen que a ver con qué cara vuelven ahora al colegio. Yo dije 'guarra' en sentido cariñoso, un poco al estilo del 'hi-de-puta' de los gaditanos, un apelativo simpaticote. Pero mis sobrinitas me retiraron la palabra. Las amenacé con desheredarlas y ya me quieren un poquillo más. Y no hay cariño más sincero que el que se tiene al dinero. Así me lo dijo un día el abogado Zarraluqui: 'En esta vida, todo se mueve por dinero y sexo'.
Pero volvamos a Cádiz: no ha habido nada mejor estas fechas que la cena navideña llena de gaditanos que hizo en su programa Jesús Quintero. Los gaditanos, sin proponérselo, sin reclamar subvenciones, tienen la cultura popular más distinta, extravagante y verdaderamente popular del Estado (antes España). Y ante Quintero me rindo. Desde aquí te lo digo, Jesús: toda la vida llevo quedándome hasta las tantas sólo por verte y oírte. Quintero, rodeado por viejos travestones, la Petróleo, la Vicky, previos a la cultura gay y que dicen cosas como: 'No hay nada más grande para una mariquita que su madre', y por supuesto, los inconmensurables Risitas y Peíto, que gracias a la maestría de Quintero se comportan en el estudio como lo harían en el bar, riéndose de su propia desgracia y, por supuesto, del forastero. Una vez nos vimos Fernando Delgado y yo en una taberna de Cádiz, expuestos a la risa de uno de esos borrachos de un solo diente. El borracho reconoció a Fernando y le empezó a cantar la música del Telediario: '¡Tatatatá! Fernando Delgado, danos las últimas noticias', y Fernando, un poco cortado, intentó desviar la atención diciéndole: '¿Usted ha escuchado a ese niño que habla por la radio? Pues es ella', y me señaló a mí. Entonces, el borracho la tomó conmigo y se puso a imitar al tal Manolito de la radio, aunque luego, para desgracia de Fernando y alegría mía, volvió con la sintonía del Telediario. El bodeguero, riéndose, nos decía: 'No se enfaden con él, es que se ha pasao un poquillo bebiendo, pero es muy buena gente'. Fernando, seguro que todavía se están riendo de nosotros, porque la gracia popular, cuanto más repetida, más gracia tiene.
Lo que yo venía a decir es que se me enfada todo el mundo, los que salen por cómo les saco, los que no salen porque no les saco. Leo la biografía oral (maravillosa) de Truman Capote (por Dios, que la traduzcan). A él le pasaba igual. Sus amigos le retiraban la palabra, le acusaban de traidor, de mentiroso, de cotilla. Yo comparto los mismos defectos de Truman, lo único que me falta es escribir como él. 'No se puede tener todo', me dijo mi santo poniéndome un trocito de turrón Suchard en la boca. Y yo le pregunté junto a las lucecillas del árbol: '¿Tú por qué me quieres, por el sexo o por el dinero?'; y él dijo: 'A partes iguales'. Es un hombre romántico.
(Me dijeron en el periódico que escribiera sobre el euro. Yo digo que se hace camino al andar. A los dólares me acostumbré comprando. Y como decía la Jurado: 'Se nos gastó el amor, de tanto usarlo'. Nueva York de las narices me dejó la Visa tiesa. ¿A que me pongo en la calle y vendo la cesta? Diré que el lomo es la mitad del que le mandaron a Carlos Fuentes. Eso aumenta el valor literario del lomo. Aunque el quiosquero dice: 'A Fuentes, seguro que se lo enviaron entero'. Yo también lo creo. Y eso duele).
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