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Columna
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Del mito al timo

A pesar de las recomendaciones de la Unión Europea, en España y en nuestra autonomía, liquidaciones y rebajas se efectuarán en las fechas de costumbre. La decisión incluye a cargos público y políticos en el poder y en la oposición, que a bajo precio, aún pueden liquidarse, con cierto decoro, en los grandes almacenes, antes de dar en la ropavejería. Y es que en los últimos tiempos, se han esmirriado a la velocidad de la mentira: unos diciéndola con el mayor desparpajo, y otros aplaudiéndola, como pasmados. El espectáculo ofrece comicidad y patetismo. Pero el transeúnte prefiere la charanga, con cabra, de la esquina, que son todos unos artistas, antes que a los ministros y consellers que no pasan de subasteros de la intuición y de la chamba. Miren si no a Zaplana: hace unos meses intuyó que el endeudamiento bajaría del billón, y ya le han atizado en los nudillos, por llevar las cuentas como si lo hubiera contratado Aramis, para decirles sus videncias telefónicas, a la clientela. Y mientras los señores de la oposición ni se han olido que el poder ha reclutado otra de su pasta, y al adversario lo ha colocado de figurante.

Este último domingo del año, más de uno se asoma a un futuro de apariencia descalabrada. y le pega el vértigo. Entonces lee los diarios o escucha las tertulias radiofónicas, a ver si le ponen algo de luz, aunque pronto se empapa de que los analistas políticos son unos pardillos perdidos en la estratagema de esa patulea de mendas bien comidos. Aún así los pacientes analistas políticos van con datos, rigor y extrapolaciones, auscultando la política al uso, cuando la política al uso es materia de arúspices, echadores de cartas y descuideros. Respecto a la crisis económica ya ha asomado sus narices en el destemplado diciembre, pero le queda mucho por delante, antes de devorarle hasta los tuétanos al nuevo año. Sí es verdad que se percibe cierta melancolía por la vieja peseta que, a su edad, tendrá que hacerle posturitas al engallado euro o quedarse de corpore insepulto, en la frialdad sepulcral de alguna caja fuerte, los próximos dos meses.

El desgobierno de Aznar y el de Zaplana, que le calienta a su señorito el riñón de las ofrendas gozosas, se inició hace unos meses, y ahora el CIS lo exhibe en la fresquera demoscópica, y lo ventila con autoridad. El PP culpa de su desgracia al Bin Laden; y los socialistas a la chulería que se ensaya en la Moncloa y al desprecio por la democracia que sopla del Palau, y los más sinceros al cainismo, al estilo reverencial de sus dirigentes y al distanciamiento de una realidad social, donde el PP no se plantó. Y el CIS va en serio. El hecho de que la inseguridad ciudadana ocupe el tercer lugar en los temores que nos acechan, no tiene vuelta de hoja. El otro día, un señor que había pasado las fiestas en el pueblo, cuando regresó no encontró su casa, ni su calle. Mire, es que al alcalde le chiflan las obras, y como se lleva un tanto, ya me dirá. Y si a un taxista le preguntas una dirección, responde: antes caía por tal distrito, pero ahora, quién sabe. ¿Y así, cómo no va a haber inseguridad ciudadana?. Y viene Europa, el mito del rapto de Europa, y el timo de Zeus, Aznar y del regional Zaplana. El año nos los cuelan con la arboladura doblada. Usted, por si las moscas, ojo.

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