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Pudo Granada y su historia

Los antropólogos afirman que lo que menos permite una Cultura es la ingerencia en sus ritos. Y de esto podía calificarse la situación que desde finales de los ochenta ha venido viviéndose en Granada cada 2 de enero, al socaire de la celebración de la tradicional y antiquísima efeméride de la Toma. Voces que pueden ser perfectamente identificadas entre el gentío que se congrega en la plaza del Carmen, son los responsables de la tacha de una fiesta que el tiempo y la falta de imaginación habían descontextualizado, y convertido desde luego en todo menos en una cruzada execrable y xenófoba. Imagen forjada por los acostumbrados pescadores en río revuelto.

No es el momento de hablar de historia pasada, ni siquiera de los 510 años de celebración ininterrumpida de una fiesta que en cualquier país civilizado sería considerada nacional y su fecha la primera del calendario político. Explicar que es lo que ha llevado al gobierno municipal de Granada y más concretamente al alcalde -porque ha sido una decisión personal del primer edil incluso contra miembros destacados de su equipo- a adoptar una decisión difícil pero justa, es bien fácil según se considere. De nada sirve, ahora que la decisión ha sido adoptada, sacar pecho como artífices de la vuelta de la cordura, ni desvelar que desde hace meses se han venido manteniendo encuentros y reuniones a distintos niveles para evitar el espectáculo del pasado año en la plaza del Carmen. Bastará con advertir, con no poca sorna y flema, que ya hay quien trata de atribuirse 'la victoria' cuando el año pasado por estas mismas fechas alardeaban de ser los artífices de la campaña abolicionista y de adalides de la tolerancia mal entendida enarbolada contra la histórica celebración.

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La fortaleza del pueblo de Granada, que como pocas veces en su historia ha reaccionado a tiempo para evitar lo que en muchas ocasiones suele ser inevitable en nuestra ciudad, ha hecho cambiar el rumbo que la celebración había tomado hacia su desaparición del calendario festivo granadino. Los ciudadanos hartos de años de reacción frente a la fiesta, movidos por Granada Histórica y Cultural y otras entidades agrupadas en su entorno en una plataforma cívica, recogieron en apenas cuatro horas casi cinco mil firmas, con las que los granadinos protestaban y pedían al gobierno municipal, que recapacitase y diese marcha atrás en un sin sentido histórico..

La jornada del dos de enero pasado, en la que se entrecruzaron firmas y un manifiesto incomprensible que sólo servía para negar los complejos personales, fue precedida declaraciones poco aceptables por parte de interlocutores con responsabilidad de la gestión pública diaria. De este modo la afirmación rotunda de los granadinos era de esperar. El acto de la tremolación del Pendón fue muy 'sonado'. Se ha achacado a los grupos ultras ser los autores del griterío contra el manifiesto y eso es rotundamente falso.

Fue el pueblo de Granada quien elevó su garganta contra el atentado hacia una fiesta que la quiere entrañablemente como suya. Un grupo de tendencia fascista lo hubo y como siempre trató de aprovechar la ocasión para hacerse notar. Es obligado decir que los partidarios de la abolición aglutinados en el denominado Manifiesto 2 de Enero, engloba personas que por el solo hecho de mantener su postura, legítima y respetuosa con la democracia, están siendo tachados de lo que no son. No obstante, no es menos cierto que los que hemos mantenido la postura favorable al mantenimiento íntegro de la fiesta hemos tenido que hacer un gran esfuerzo para defender nuestra imagen y no ser confundidos con elementos sediciosos o fascistas. Es por ello que la afirmación realizada por algunos responsables políticos locales y miembros del colectivo en el sentido de que 'fueron grupos fascistas los que boicotearon con sus gritos la lectura del manifiesto durante el acto del pasado año' es tan cruel e injusta para el grupo de ciudadanos -muchos de ellos militantes de los partidos que integran el gobierno de coalición municipal granadino- que honradamente trabajamos desde el asociacionismo para defender nuestra fiesta en su integridad tradicional, como decir que 'detrás del Manifiesto y de ciertos sectores del gobierno municipal se esconden elementos agitadores del integrismo islámico auspiciados por Osama Bin Laden'.

Fue la manifestación de rechazo del pueblo de Granada que tuvo que padecer personalmente el alcalde de la ciudad en el balcón consistorial, además de toda una serie de actuaciones desplegadas a lo largo de este año 2001, las que han hecho rectificar una acción política concreta y errónea. Ello honra al alcalde en un gobierno tan alambicado como el actual de la ciudad de Granada y en una cultura política implantada, en la que la rectificación es entendida por los necios como símbolo de debilidad o de fallo. Realmente en este asunto pudo Granada y su Historia.

César Girón es presidente de Granada Histórica y Cultural y Emilio Atienza, historiador.

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