Un borrón en la mejor carrera

Por una vez, a Michael Jordan se le encogieron los números. Las estadísticas de dos digítos habituales en el alero de Brooklyn, Nueva York, se convirtieron ayer en un triste y solitario seis. Sólo seis puntos anotados a lo largo de los 25 minutos en los que Jordan estuvo en la cancha durante el encuentro que su equipo, los Wizzards de Washington, perdió ante los Pacers de Indiana (108-81).

Jordan había conseguido, al menos, 10 puntos en los últimos 886 partidos que había disputado y hay que remontarse hasta el 22 de marzo de 1986, cuando jugó ante el Cleveland con los Bulls, para ver su anotación por debajo de los dos dígitos. Ese choque lo terminó con ocho tantos. 'Lo cierto es que nadie cargó con el equipo y todo caía en mis manos', se justificó ayer el alero sin ganas de dar más explicaciones.

El neoyorquino tan sólo materializó ayer dos de sus 10 tiros de campo (uno de ellos de tres puntos, de dos intentos) y un tiro libre de dos lanzados. Pero no es una tendencia: la media de anotación del alero, de 38 años, se mantiene alta en este año de su regreso. Es igual a la que firmó en su segunda temporada como profesional militando en el Bulls de Chicago: 22,7 puntos por partido, el 11º mejor promedio del campeonato. En noviembre, Jordan fue capaz de meter 44 puntos al Utah Jazz.

El borrón de Jordan coincidió con la primera derrota de los Wizzards tras nueve triunfos consecutivos. Una serie que iguala la mejor de la franquicia en toda su historia. Tan malos eran los números de Jordan, que su técnico, Doug Collins, prescindió de él para jugar el último cuarto. 'No era el tipo de partido para Jordan'. Jordan no sólo descubrió el sabor de anotar pocos puntos. También, después de 14 temporadas, supo que hay partidos que no le convienen