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Entrevista:Sue Grafton

'Me interesa el lado oscuro de la naturaleza humana'

Sue Grafton (Louisville, Kentucky, 1940) es una de las damas de la novela policiaca que conquistan lectores sin parar. Se ha inventado a Kinsey Millhone, una detective feminista, lenguaraz, honesta y descreída, cuyas novelas siguen rigurosamente el orden alfabético. Empezó por A de adulterio y acaba de publicar P de peligro, todas en Tusquets en la serie Alfabeto del Crimen. Ha vendido 10 millones de ejemplares en 26 idiomas y con el anterior libro, M de maldad, decidió que ya no iba a publicar una entrega por año. 'Decidí escribir un libro cada 18 meses en vez de uno al año. Los lectores pueden esperar, mi responsabilidad es trabajar a un ritmo que garantice mi salud mental y me permita mantener la calidad de mi obra', asegura la escritora estadounidense. Aun así trabaja siete días a la semana, de ocho y media de la mañana hasta media tarde. Vive en Santa Bárbara (California) y no está muy dispuesta a viajar para promocionar sus libros, pero sí acepta una entrevista por correo electrónico. Cuenta que escribió durante 20 años antes de empezar con la serie de Kinsey y que trabajó en Hollywood, de donde salió bastante escaldada.

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PREGUNTA. ¿Es cierto que comenzó Alfabeto del Crimen como terapia contra un divorcio?

RESPUESTA. Sí, se me ocurrió A de adulterio como respuesta contra un divorcio muy amargo por el que tuve que pasar cuando tenía treinta y pocos años.

P. ¿Es Kinsey Millhone su álter ego?

R. Es la persona que yo podría haber sido si no me hubiera casado tan joven y hubiera tenido niños. Somos como una sola alma en dos cuerpos y a ella le ha tocado el bueno. El Volkswagen escarabajo del año 1968 que conducía es un coche que yo tuve hace algunos años. En H de homicidio, se compra un VW de 1974 que estuvo aparcado detrás de mi casa hasta 1994, cuando lo doné a un grupo local de teatro que lo rifó. Además del coche tengo las dos pistolas de las que habla Kinsey, y de hecho he aprendido a dispararlas para saber lo que se siente. Tengo, como ella, los vestidos negros que se usan para toda ocasión. También me he casado y divorciado dos veces, aunque ahora estoy casada con mi marido número tres y tengo la intención de quedarme así toda la vida.

P. ¿Hace usted tanto ejercicio como ella?

R. Solía correr cinco kilómetros al día como Kinsey, pero empecé a tener problemas en los pies así que ahora camino los cinco kilómetros, cinco mañanas a la semana y también camino otros seis kilómetros más dos tardes a la semana. Levanto pesas como ella y de hecho fui yo la que le dio la idea, pensando que debía acostumbrarse a sufrir como yo. Una diferencia entre las dos es que ella come comida basura y yo tuve que dejarla.

P. ¿Cómo se le ocurrió escribir una serie siguiendo las letras del alfabeto?

R. Mi padre, C. W. Grafton, escribió novelas policiacas en los años cuarenta y a principios de los cincuenta, publicando dos libros de una serie que debería haber tenido ocho y que estaban basados en una poesía infantil inglesa. Yo estaba pensando en escribir también una serie policiaca y estaba interesada en encontrar una forma de unir los títulos, como había hecho él. Un día estaba leyendo un libro de ilustraciones de Edward Gorey llamado The Gashlycrumb Tinies, en el que hace dibujos a lápiz y plumilla de niños victorianos que encontraron 'muertes prematuras'. Estos dibujos estaban hechos en verso, utilizando sucesivamente las letras del abecedario. A de Amy, que se cayó por las escaleras; B de Basil, a quien atacaron los osos..., y así sucesivamente. Se me encendió una bombilla como la de los chistes y pensé, ¿por qué no escribir una serie de un detective duro cuyos títulos estén basados en el alfabeto? Me senté y esbocé una serie de títulos posibles, muchos de los cuales he utilizado. Mi regla no escrita es que cada palabra tiene que estar relacionada con el crimen. Por ejemplo, en C de cadáver lo único que sabía al principio era que quería que Kinsey trabajase para un muerto. Con la D me pareció que sería interesante que Kinsey trabajase para un hombre que le pagase con un cheque sin fondos.

P. ¿Qué pasará con Kinsey cuando llegue a la letra zeta?

R. ¿Quién sabe? Como ya he dicho otras veces no soy yo quien cuenta su historia, sino ella la que me la cuenta a mí. A lo mejor, las dos tenemos más aventuras, o a lo mejor, no. Yo no controlo su conducta ni las decisiones que toma. Tendremos que esperar a ver qué pasa.

P. Usted ha previsto que la serie acabará en 2015 con Z is for zero, ¿envejecerá su detective?

R. Kinsey está atrapada en un bucle temporal, en el cual envejece un año cada dos libros y medio. Ella vive ahora en 1987, aunque en nuestra realidad, P de peligro se publica 14 años más tarde. Cuando termine la serie cumplirá 40, mientras que el resto de nosotros habrá añadido muchos más años a sus vidas.

P. ¿Qué le interesa a usted más: la intriga o recrear la sociedad de su tiempo?

R. Estoy interesada en el lado oscuro de la naturaleza humana, en crear personajes creíbles e interesantes, en explorar el delito, y en crear historias apasionantes que supongan un desafío y una diversión para el lector.

P. Kinsey es políticamente incorrecta.

R. Detesto la noción de lo 'políticamente correcto'. Para mí, es sólo una forma más en la que los que se erigen como desvalidos se imponen a los demás. Yo creo en el tacto y en el buen gusto, pero no necesito que la 'policía del pensamiento' defina por mí esos temas.

P. Algunos de los más grandes autores de novela negra, como Raymond Chandler, Dashiell Hammett o James M. Cain son estadounidenses, ¿se siente usted heredera de ellos?

R. Soy admiradora de Raymond Chandler, Ross Macdonald y James M. Cain. No me considero tanto una heredera suya como una colega de profesión. Me alegro de estar en tan buena compañía.

P. ¿Por qué no ha permitido usted nunca que Kinsey Millhone sea llevada al cine?

R. Me encantan las buenas películas, pero odio Hollywood. Nunca más concederé a esa gente ningún poder sobre mí o acceso a mi obra. Yo inventé a Kinsey Millhone y esta serie de novelas como forma de escapar de Hollywood. Sería idiota si vendiera a cualquiera los derechos para el cine o la televisión.

La escritora estadounidense Sue Grafton.
La escritora estadounidense Sue Grafton.

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