Capricho vanidoso por pieles ajenas

'¿Tu madre tiene abrigo de pieles? A la mía se lo arrancaron.'

Creo que este slogan, convertido en bandera internacional del movimiento animalista, nos muestra a la perfección lo que esconde la tradicional industria peletera.

Porque no olvidemos que para vestir pieles, tenemos que arrancársela a otros. Nadie necesita una piel ajena para sobrevivir, pero para cada cual la suya es imprescindible.

Las personas que visten a costa del sufrimiento ajeno, tienen la obligación moral de informarse del origen y proceso de lo que consumen.

Seamos responsables y valoremos si conceder un capricho a nuestra vanidad puede justificar el sufrimiento ajeno.

Y no nos dejemos engañar con las etiquetas fraudulentas de 'Piel ecológica'.

'Ecológico' no significa ausencia de dolor, se trata de animales que nacen, crecen y mueren en granjas peleteras, en jaulas reducidas donde apenas pueden moverse. Animales que en libertad viven a orillas de los ríos en constante humedad, como el visón, o que necesitan de grandes espacios para moverse y correr como el zorro, acaban volviéndose locos, llegando a comerse el rabo hasta el hueso, autolesionándose.

Luego trágicamente viene la muerte a la carta: asfixia, electrocución o múltiples golpes. Lo más importante es que la piel no se dañe. Tampoco corren mejor suerte los distintos animales cazados para este mismo fin.

Una vez que caen en los cepos, pueden pasar horas de sufrimiento, incluso días antes de que vuelva el cazador, o mueran en lenta agonía. Es tanto el dolor y sufrimiento, que a menudo se arrancan la pata a mordiscos para huir y acabar muriendo desangrados; a menudo son madres cuyas crías perecen de inanición o animales cuya piel no 'interesa' a la industria peletera; el cepo no hace distinciones.

¿De verdad cree que tiene derecho a vestir con una piel que no le corresponde?-