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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Más sobre el Servicio Exterior

La Junta de Personal del Ministerio de Asuntos Exteriores apoya plenamente las afirmaciones realizadas desde Bremen por don Antonio López Alonso en su carta a EL PAÍS del 9 de diciembre de 2001 sobre nuestro Servicio Exterior.

Nuestro Ministerio de Asuntos Exteriores se ha caracterizado hasta ahora por su impermeabilidad al poder político y su enajenamiento de la realidad política, social y cultural de España.

Esta afirmación no es gratuita: en su discurso de toma de posesión el pasado año, el actual subsecretario de Exteriores solicitaba 'que se adecue el Servicio Exterior a la nueva realidad de España', 'corregir una situación en la que la realidad va por un lado y las embajadas por otro', 'tomar medidas acordes con esa realidad' y, 'en suma, adoptar una política de personal y medios adecuada'. Lamentablemente, estos buenos deseos del subsecretario no se han concretado en hechos reales.

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Sigue sin existir una política de personal y de recursos humanos, y la 'gestión de personal' (por llamarla de alguna manera) se caracteriza por la arbitrariedad, el amiguismo, la pertenencia a esta o aquella camarilla y en la 'fama' o 'infamia' injustificada.

En las palabras del subsecretario está implícita, además, una preocupante realidad: el eficaz ejercicio de la función pública se halla grave y frecuentemente obstaculizado en nuestras embajadas y consulados por las situaciones de abuso de poder y 'satrapía' por parte de nuestros máximos representantes en el exterior.

En los últimos años, el Ministerio de Exteriores ha reforzado estas situaciones incrementando indebida e injustificadamente los poderes arbitrarios de los jefes de misión, frente a todo principio de razón y profesionalidad, tal vez por intentar defender un 'principio de autoridad' más propio de regímenes políticos del pasado que de la socie

dad democrática y abierta en la quevivimos. Es más, son tristemente frecuentes los casos de trastornos patológicos de la personalidad de algunos de nuestros representantes en el extranjero, hasta tal punto que sería aconsejable exigir obligatoriamente un examen psicológico y psiquiátrico a todo aquel alto funcionario que vaya a desempeñar puestos de responsabilidad fuera de España.

A todo lo anterior se suma una deficiente gestión de recursos económicos (siempre escasos por definición), la falta de racionalización de procesos de trabajo y un imperdonable atraso en todo lo relativo a la tecnología de la información, esencial hoy en día, entre otras razones porque permite al trabajador incrementar su productividad, entendida ésta en el sentido moderno. Esta situación se debe al grave desconocimiento de todo ello por parte de las instancias responsables del ministerio.

Por todo lo expuesto, creemos que el poder político debería abordar una reforma a fondo de las estructuras del Ministerio de Asuntos Exteriores, para poder dar a España un Servicio Exterior moderno, digno, profesional, eficaz, abierto y al servicio del ciudadano, y no uno como el que tenemos: anquilosado en un pasado que podríamos calificar, caritativamente, como 'zarzuelero', y que, más que responder a los intereses del ciudadano moderno, tiene como prioridad la protección y perpetuación de rancias estructuras internas de poder al servicio de oscuras ambiciones rara vez basadas en legítimas aspiraciones profesionales y muy frecuentemente orientadas a la satisfacción de una frívola (y muchas veces dañina) vanidad personal.

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