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Columna
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Lluvia y sazón

Llegó a la sazón el hombre de Madrid e indicó que los trabajos y los días valencianos de Joan Ignasi Pla darán, cuando sea, sus frutos electorales. Que sea tal; que sea como intuye el secretario general de Organización del PSOE, José Blanco. Que un partido enquistado en el poder durante muchos años, aunque sea democráticamente, puede corromper la democracia; que, excepto los lustros de gobiernos socialdemócratas en los países escandinavos, así ocurre por doquier. Todavía están frescas las calificaciones con que la derecha, ayer en la oposición, adornaba al PSOE en el gobierno, y, entre ellas, la comporación con el PRI mexicano, que durante tantas décadas del XX mantuvo las riendas y ensució la vida pública de mariachis y aztecas. Si la derecha, ahora gobernante, se enquista en el poder -porque el electorado carece de una alternativa en la que confiar, aunque sea con recelo-, malos vientos nos esperan. Y no es el menor la arrogancia de quienes se sienten seguros en la poltrona. De hecho, cabría preguntarse por el número de electores que facilitaron, nada ilusionados, con sus votos la ascensión del PP en busca de la alternancia. El dato no se reflejó en las encuestas, pero algunos socialistas, prudentes y reflexivos, lo dejaron plasmado en la conocida frase: 'No ganó el PP; perdimos nosotros'.

La alternancia, y la alternativa para el elector, en el caso de elección de gobiernos autonómicos o central, sólo puede darse en muchas circunscripciones electorales entre el PP y el PSOE, casi por obligación, debido a la Ley Electoral, y a la configuración de esas mismas circunscripciones electorales. Esa es la realidad que se le presenta a un elector pragmático, por ejemplo, de la circunscripción de Castellón. Al menos por ahora y no hay visos de que cambie en el futuro inmediato.

De ahí la importancia de los trabajos y los días de Pla, descritos por Blanco como una 'fina lluvia'. Y una lluvia fina es la que cae menuda y continua y que acaba mojando al que la recibe, o sazonando de la forma más adecuada la tierra labrada. Que sea así; que sea como intuye el secretario de Organización del PSOE; que ya cayeron demasiados chuzos torrenciales en la geografía interna del socialismo valenciano; que ya hubo demasiados temporales en el PSPV que dejaron a su electorado más frío que las bajas temperaturas y la nieve de estos días.

La lluvia fina, además, para ser provechosa ha de encontrar la tierra labrada y trabajada. Sólo así adquiere el suelo el grado de humedad necesario para que crezca y sea fecundo cuanto se siembra. Y ahí tiene por delante el secretario de los socialistas valencianos una tarea ingente con el arado. Desde convertir los censos ficticios de las agrupaciones del PSPV en realidad, hasta formular unas propuestas de gobierno alternativas a las que propone o ejecuta la derecha que atraigan la atención y el interés del vecindario. Si hablamos de la industria turística, tendrá que tener una alternativa a los macroproyectos del ocio, es decir, a los aeropuertos o mundos ilusionados de los Carlos Fabra. Si hablamos de educación, tendrá estudiada una alternativa racional, realista y social al desbarajuste de la Logse y su aplicación en la escuela pública; un desbarajuste que no comienza precisamente por dejar a los niños de pañales a las siete de la mañana en una guardería. Esas y otras alternativas para un sector no desdeñable del electorado que no sabe ahora hacia dónde mirar. Esperemos que la lluvia fina sazone los campos, que fecunde y produzca frutos electorales; que no se quede en una lluvia meona o calabobos.

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