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Reportaje:TENDENCIAS

La democracia animal

Los últimos años se han caracterizado, en efecto, por una crisis general de las democracias. Un sistema que ha mostrado cada vez más sus defectos e insuficiencias en cuanto a la igualdad o a la justicia, que ha banalizado la cultura y que, tras años de historia, pone la atención en la ecología. De hecho la actual democracia parece tan trivial que sus nuevos protagonistas pueden ser las lagartijas, los pingüinos o las ballenas. Se trata, en fin (hoy que es tan fácil denominarse demócrata), de extenderse hacia otras zonas no humanas.

Propio de los últimos años ha sido la enorme oleada de animales domésticos incorporándose a los Derechos del Hombre. Hay cementerios para animales, misas y manifestaciones para animales, centros de escáner para animales, seguridad social, guarderías, orfanatos, clubes, restaurantes, quinesiterapia, balneoterapia, homeopatía y psicoterapia, incluida la cirugía de transplantes y Prozac para los deprimidos, en consonancia con la vida que llevan. En Estados Unidos se gastan más de 7.000 millones de dólares al año en atención médica para perros y gatos. En España, donde un 30% de los hogares poseen mascota, se dedican más de 90.000 millones de pesetas anuales. En Occidente hay ya animales que se entregan en adopción recibiendo la misma consideración contractual que los niños.

Un grupo de juristas y científicos famosos alumbró en 1978 una Declaración Universal de los Derechos del Animal, apenas 30 años después de la Declaración de los Derechos del Hombre
Según una encuesta, en EE UU el 78% saluda en primer lugar a su mascota al llegar a casa, frente el 13% que saluda primero a su cónyuge. El 43% tiene una foto de su animal en la oficina

Las mascotas se han convertido en un negocio que movía en Estados Unidos hasta 23.000 millones de dólares en 2000 con un crecimiento anual del 15%. Según la revista Adweek, el aumento del gasto es debido a que los propietarios consideran a las mascotas como sus hijos y sienten mala conciencia de no pasar el suficiente tiempo con ellos. En consecuencia les compran toda serie de complementos y los mejores alimentos del mercado. También han ingresado ya como consumidores del mundo del lujo. Hay collares de Hermés o Gucci, correas de Louis Vuitton, mantas de Burberrys y perfumes a 6.000 pesetas el frasco de 100 mililitros con los nombres de Oh My Dog y Oh My Cat (fragancia de mandarina, bergamota y sándalo) que hicieron furor en los almacenes Sak's de la Quinta Avenida antes del 11 de septiembre.

Entre los complementos se encuentran también salvavidas, raquetas para la nieve, cascos o frisbees, puesto que en vacaciones mucha gente juega y practica deportes con sus perros dándoles la misma consideración que a un compañero de juego.

Un grupo de juristas y científicos famosos alumbró en 1978 una Declaración Universal de los Derechos del Animal, apenas 30 años después de la Declaración de los Derechos del Hombre. En esa declaración se lee que 'todos los animales nacen iguales ante la vida y tienen el mismo derecho a la existencia'. Había también una zoofilia en el siglo XIX -la primera ley protectora de los animales se promulga en Inglaterra en 1822-, pero en ella, cuando se hablaba de la protección de los animales, se refería a los animales domésticos amenazados por la violencia de sus amos y se esperaba que reprimiendo esta violencia menor se ayudara a controlar la violencia mayor entre los seres humanos. La protección de los animales pretendía, pues, ser una pedagogía y la zoofilia una escuela de la filantropía. Era un problema de relación con la humanidad y no de relación con la naturaleza. Muy distinto de lo que se plantea hoy el mundo, donde lo que importa es el animal en sí, al punto que la compasión por ellos -posmoderna- va acompañada de una dimensión crítica respecto de la modernidad.

Movimiento de liberación

En realidad, no existe ahora en el mundo ningún fenómeno comparable al 'movimiento de liberación animal', que no sólo congrega a millones de personas, sino que posee en la universidad sus cartas de nobleza con incontables coloquios académicos en Canadá, Alemania o Estados Unidos. Luchar por los derechos de un yemení llega a ser más largo de explicar que manifestarse por los derechos de las focas. Además de humanos de toda la vida, los individuos quieren reconocerse en los ojos inocentes y nobles de un animal, abrazarse a su sufrimiento como en el caso de los perros de Tarragona. La relación con la otra persona llega a ser en ocasiones demasiado dura o conflictiva, mientras la que se entabla con una mascota puede endulzarse a voluntad. El animal nos hace mejores, más humanos. La democracia animal nos hace además más polivalentes, más actuales y, con frecuencia, más felices.

Según una encuesta de 1999 realizada por la American Animal Hospital Association, el 78% saluda en primer lugar a su animal al llegar a casa, frente el 13% que saluda primero a su cónyuge, el 43% posee una foto de su animal en la oficina y en los diarios se llegan a ver ya esquelas de animales de compañía a los que se mencionan como si fueran seres muy cercanos en la línea de parentesco.

Finalmente, según contaba Jesús Mosterín en una entrevista (El PAÍS, Babelia, 9-6-2001), 'existe un proyecto, llamado Gran Simio, que se basa en que mientras no concedamos derechos a todos los animales, empecemos al menos por los que más se nos parecen, los primates, y les otorguemos tres derechos fundamentales: el derecho a la vida, el derecho a la libertad y el derecho a no ser torturados. Yo creo que no es pedir mucho. No se pide el derecho al voto ni ninguna locura similar'. Por el momento nadie lo pide, pero, en la nueva democracia, ¿cómo no llegar a pensar en ello?

Un camarero sirve huevos revueltos a un perro, en el Día de Lleve a su Perro al Trabajo, en Nueva York.
Un camarero sirve huevos revueltos a un perro, en el Día de Lleve a su Perro al Trabajo, en Nueva York.AP

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