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VISTO / OÍDO
Columna
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Cacerolada

Esta palabra ya es española, y se aplica, dicen los académicos, a una cencerrada hecha con cacerolas. Unas caceroladas precedieron en Santiago de Chile el levantamiento de Pinochet: los ricos se quejaban de que no tenían nada que comer. Es muy frecuente: se ayuda a los pobres, se trata de legislar para ellos, y los burgueses se precipitan a decir que lo que se da a unos se lo quitan a ellos. En Chile las huelgas de derechas -los transportistas- dejaron la capital sin abastos; se unieron a ellos los comerciantes, la burguesía entonó su cacerolada y terminó todo con la implantación del verdugo Pinochet.

Es una estrategia muy utilizada: en la República Española la derecha sembró el desorden ante la posibilidad de una reforma agraria, la creación de sindicatos y ciertas tendencias sociales que nunca llegaron a mucho, y encontró al asesino necesario: incluso encontró muchos. Veo las imágenes de las damas de Ciudad Guayana cencerreando y recuerdo todo.

Venezuela tiene un elevadísimo número de pobres, como todos los países de América Latina; el comandante Chávez tomó un poder con abundancia de votos, y desde ese momento fue descrito como un demagogo, un enemigo del ciudadano, un discípulo de Castro y de Allende que iba a destrozar la economía del país, que ya estaba destrozada por los conocidos corruptos. Se podía ver desde España, donde se escribe acerca de cualquier país como si fuera éste y la crítica de doctrinas es muy universal. Seguramente que hay algún asesino preparado para sustituirle, como en Chile y en tantos lugares. El presidente anuncia, sin embargo, que va a continuar con sus decretos, que tienden a elevar algo el nivel de vida de los ciudadanos más desafortunados. Es lo que dice Fox en México: pero lo dice desde la derecha, desde su solidaridad con Estados Unidos, que le dio un empleo excelente, y al que se ha aclamado por echar abajo al PRI.

No soy un entusiasta de Chávez. El tipo de carisma que pueda tener para conquistar tanto voto no es de los que a mí me impresionan como me impresionó Allende o los primeros y grandes tiempos de Castro: y Felipe González cuando ganó. Verle a Chávez de uniforme haciendo frente a la huelga de la derecha me desasosiega. Creo que puede reformar la sociedad globalizada desde fuera de ella: y en cuestión de uniformes, sus enemigos son más brillantes. Lo que ya se puede ver es que la campaña de agitación de la derecha popular ha tenido mas éxito que él.

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