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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

De vuelta a casa

El calvario de los dos empresarios españoles secuestrados en la república ex soviética de Georgia ha finalizado después de permanecer 373 días en poder de sus captores. El esfuerzo permanente de sus esposas y familiares, que no perdieron nunca la esperanza de reencontrarse con ellos en libertad, y la implicación a última hora de las autoridades españolas y georgianas en las gestiones tendentes a su liberación han hecho posible el desenlace. El largo secuestro de estos dos españoles, inicialmente sin apenas repercusión en la opinión pública y con nula o escasa atención por parte de las autoridades, ha terminado siendo en su tramo final poco menos que un asunto de Estado. Lo debió ser desde el principio. El envío por el Gobierno, a instancias del rey Juan Carlos, de un avión militar para la pronta vuelta a casa de los dos secuestrados responde, sin duda, a ese compromiso ineludible del Estado con la suerte de sus ciudadanos en peligro.

La vuelta a casa de Francisco Rodríguez y José Antonio Tremiño, secuestrados el 30 de noviembre de 2000 cuando se disponían a regresar a España después de un viaje de negocios, no ha sido tarea fácil. No sólo ha sido una carrera contra el tiempo, pues según éste transcurría disminuían las posibilidades de su liberación al tiempo que aumentaban los riesgos para su vida, sino sobre todo contra el carácter voluble y despiadado de sus raptores, a los que Rodríguez y Tremiño han descrito como 'bestias inhumanas que nos han tratado peor que a animales'.

Sin la entrega de sus familias a la causa de su liberación y sin su sacrificio económico -se baraja un rescate de unos 85 millones de pesetas-, el secuestro de Rodríguez y Tremiño no habría concluido felizmente. Apenas han trascendido detalles sobre el grupo mafioso que los secuestró, pero todo apunta a que en la acción estaban implicados dos policías georgianos de alto nivel. La destitución por el presidente Shevardnadze del anterior titular de Interior y de una buena parte de su equipo parece que ha sido clave en la liberación de los dos empresarios españoles, al dejar sin cobertura a los secuestradores, que se vieron en la necesidad de concluir el secuestro para conseguir cobrar antes que fuese 'demasiado tarde' para ellos.

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Tenían razón, pues, las familias de los secuestrados cuando en los primeros meses del secuestro tacharon la actitud de las autoridades españolas, en especial las de Exteriores, como 'negligente, temeraria, ineficaz y pasiva'. Sólo el cambio radical producido a partir del mes de agosto, con la plena dedicación a las negociaciones del ministro consejero de la embajada española en Moscú y del cónsul honorario de España en Georgia, con el asesoramiento de un funcionario policial español a las familias, logró que las autoridades de Georgia valoraran el secuestro de los españoles como un asunto interno, poco menos que como un desafío al Estado capaz de poner en riesgo su estabilidad. A partir de ahí, aumentaron las posibilidades de obtener la libertad de los secuestrados. De haber reaccionado antes, se podía haber evitado la mitad de su calvario.

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