El hombre agresor
Desde el Instituto Catalán de la Mujer, sin dejar de promover que la atención a las víctimas de la violencia doméstica tenga la amplitud y la calidad necesaria, hemos insistido en que es preciso abordar los problemas de raíz, y que es preciso hacer visible que detrás de una mujer agredida hay un hombre agresor.
Creemos que es preciso que el castigo por agresión esté establecido, bien establecido... sin posibles interpretaciones de las leyes, que sea conocido, contundente y de aplicación inmediata.
Esta posición se ha concretado en propuestas concretas que la Generalitat ha hecho suyas: que la mujer agredida pueda optar por quedarse en casa y el hombre agresor tenga que marcharse y, si es el caso, que él deba llevar aparatos electrónicos que permitan controlar que no se acerque al ámbito de protección de la mujer.
Los eslóganes y pósteres que hemos difundido quieren hacer llegar a todo el mundo este mensaje. Nos parece justo que quien tenga que sufrir las consecuencias de la acción sea quien comete la agresión, no quien la sufre. Si esta opción prospera, aunque habrá que seguir poniendo en marcha casas de acogida para mujeres, habrá que promover otras actuaciones adecuadas a la situación que se produzca.
Hace tiempo que los organismos europeos que se preocupan de estos asuntos insisten en no convertir a las víctimas de las agresiones en espectáculo. Por eso huimos de imágenes de mujeres y criaturas apaleadas y nos preocupa el tratamiento que, a veces, se da a estas situaciones. La discreción es imprescindible.
Esta misma necesidad de discreción ha hecho que el Instituto Catalán de la Mujer no haya hecho nunca públicas las listas de personas agresoras. Pero tampoco podemos pensar que medidas a favor de la publicación, propuestas por gobiernos legítimos, sean necesariamente desacertadas, ya que la publicación de los nombres de los agresores puede ser una medida positiva si no es la única.
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