Cuidado
El mimetismo es uno de los recursos defensivos más humillantes de la naturaleza. Hay un bicho que al posarse sobre la hoja de un árbol parece el excremento de un pájaro, y otro que se confunde con el cadáver de un insecto recubierto de moho. Están a salvo, sí, pero a qué precio. 'No te signifiques, hijo', decían las madres de entonces cuando nos veían salir con la trenca y la barba. No significarse quería decir pasar inadvertido, incluso al precio de ser tomado por una caca o por un cadáver en descomposición. Lo importante es que no se fijaran en ti, porque, una vez localizado, podías servir de alimento a especies más violentas que la tuya. Había en la mili un sargento que aconsejaba lo mismo que las madres, aunque de un modo más plástico: 'Los que estén gordos que adelgacen y los que estén delgados que engorden'.
Un vecino mío, adolescente y progresista, lleva el pelo al cero para no ser agredido por un grupo de cabezas rapadas con el que se encuentra al regresar del instituto. No te signifiques. Hubo un tiempo en el que creímos haber alcanzado el paraíso de la diferencia, pero la alegría dura poco en la casa del pobre. No parezcas árabe ni negro ni chino ni boliviano ni anarquista, ni siquiera socialdemócrata, que ya es decir. Mimetízate. Adelgaza, engorda o rápate. No has elegido el mejor momento para ser distinto, muchacho; qué pretendes. Procura no parecer ni sí ni no, ni carne ni pescado; y disimula las ideas, por favor, que hay épocas en las que las ideas cantan más que la barba. Déjate un bigote años cuarenta y no disientas. Al escultor del quinto izquierda le niegan todos los premios oficiales por disentir. El gánster del tercero derecha, en cambio, suena para secretario de Estado.
Si a un insecto no le parece mal que le confundan con una rama seca, por qué ese empeño tuyo, siendo como eres ecologista, en destacar. No te signifiques, hijo, habla poco, lleva cuidado, aféitate el cráneo, haz como que bajas cuando subes y como que subes cuando bajas. No levantes la voz, guarda las apariencias, adelgaza, engorda, ven, vete, sal, entra. Sobrevive, en fin, aun al precio de parecer una caca, un palo, una corteza. Y regresa a las diez.
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