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Reportaje:

Los últimos de Canillejas

El Ejército de Tierra despide a los reclutas forzosos

Miguel González

Salieron por la puerta grande, como los toreros, y lanzaron al aire las gorras igual que otros se cortan la coleta. Llevaban en el bolsillo el papel más preciado: la blanca, la licencia del servicio militar.

Casi una reliquia de museo, como la peseta, a partir del 1 de enero. El coronel Carlos Guerrero Garralza, jefe de la Agrupación de Transporte número 1, en Canillejas (Madrid), no se resistió a la comparación en sus emotivas palabras de despedida: 'Éste es el fin de la peseta, de la mili y hasta de los Beatles'.

Porque al coronel le gustaban los Beatles. Un gusto seguramente no compartido por sus antecesores que, desde una hilera de retratos progresivamente descoloridos hacia el sepia, asistían al momento histórico. Ellos también mandaron a reclutas de reemplazo, tal vez los padres, abuelos o tatarabuelos de los actuales, a lo largo de más de dos siglos salpicados de guerras civiles y coloniales.

'El último de verdad soy yo', reclama el soldado Peral, cuya mili se ha prolongado por culpa de un arresto

El coronel recordó a los últimos de Filipinas. Pero los tres reclutas -Antonio Candela, de Madrid, 19 años, fontanero; Manuel Infantas, de Villafranca de Barros (Badajoz), 20 años, ganadero; y Luis Rodríguez, de Madrid, 23 años, aspirante a bombero- no estaban para historias, sino para recoger el petate y marcharse cuanto antes a casa.

Eran los últimos de la mili, o en todo caso los últimos del Ejército de Tierra, junto a los otros 800 que ayer se licenciaron en el resto de España. El día 12 lo harán los 677 marineros de reemplazo que quedan y el 21, casi 400 soldados forzosos del Ejército del Aire.

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Al menos eso es lo que creían los 28 periodistas acreditados para la ocasión. Casi diez informadores por cada recluta.

'Pero no es verdad, el auténtico último soy yo', reivindicaba desde una esquina del patio, lejos de los fotógrafos, Fernando Peral, madrileño de 19 años, que debía licenciarse con el anterior reemplazo pero ha visto ampliada su mili hasta mañana por un arresto. 'Me escapé cuando ya estaba arrestado', confiesa.

En cambio, Luis no ha tenido ninguna sanción, lo que le ha valido un título de buen comportamiento, además del certificado y la metopa (el escudo de la unidad chapado en metal sobre madera) que también se llevan de recuerdo sus compañeros. Reconoce que no ha hecho ninguna guardia, ni ha tenido que aguantar novatadas de los veteranos. Una mili casi de lujo, como cartero, que no se le ha hecho larga (nueve meses) y recordará con cariño. Sin embargo, no se plantea alistarse como soldado profesional porque, 'con lo que pagan, es muy difícil vivir de esto'.

Tampoco lo hará Manuel, aunque debe ser uno de los pocos partidarios que le quedan a la mili obligatoria. 'Aquí llegas de niño y te haces un hombre. Te espabilan', argumenta.

La ausencia de los reclutas forzosos se notará. En el cuartel de San Cristóbal hay 410 soldados profesionales (54 mujeres), de los 700 que figuran en plantilla. Y no es de las unidades menos atractivas, ubicada como está en el casco urbano de Madrid.

Antonio pasaba cada día por delante, camino de su trabajo, y fue la curiosidad por conocer lo que ocurría detrás de esos muros la que le impulsó a hacer la mili, a pesar de que, como ayer reconocía el coronel, había muchas maneras legales de evitarla. Ahora que lo conoce, no se arrepiente. Tampoco repetiría. Como experiencia, dice, es suficiente.

El primer ministro francés, Lionel Jospin, recibió el pasado día 28 a representantes de los últimos soldados franceses forzosos en su despacho oficial. El ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, anunció ayer que organizará un acto para 'despedir de la forma más entrañable' a los quintos españoles. Si quiere estar seguro de que son realmente los últimos, deberá indultar a todos los soldados Peral que queden en los cuarteles.

Manuel Infantas, Antonio Candela y Luis Rodríguez, a su salida del cuartel de Canillejas.
Manuel Infantas, Antonio Candela y Luis Rodríguez, a su salida del cuartel de Canillejas.MANUEL ESCALERA

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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