Un espejo irlandés diferente
Ha llegado a mis manos, con algo de retraso, pues no soy lector asiduo de EL PAÍS, el artículo del 15 de este mes titulado Espejo irlandés, de Patxo Unzueta. Como en él me menciona, no sólo a mí, sino también a mi padre, a mi hija y a dos de mis sobrinas, pretendo tener derecho, aunque no sea más que por alusiones, a hacerle un par de observaciones.
No sé cuál ha sido su intención al concentrarse en mi familia, ya que en Euskal Herria hay miles de familias con currículum histórico-patriota parecido o superior, pues el conflicto que nos enfrenta a los vascos con el Estado español viene de muy lejos, no nació ni con el franquismo ni con la actual democracia española ni tampoco con ETA, y las familias militantes fieles han sido muchas. No finja usted el paternalismo de 'sentir piedad ante el destino trágico de esta familia'. Los abertzales nos sentimos muy orgullosos de nuestros familiares, como se han sentido siempre todos los familiares de los patriotas de cualquier pueblo que hayan luchado por liberar a su país del dominio extranjero. Como sin duda se sintieron las familias de los guerrilleros españoles que lucharon contra el dominio napoleónico o las de los maquis franceses que lucharon contra el dominio nazi. Nuestros familiares han corrido el riesgo de ser encarcelados o muertos voluntariamente porque han considerado que tenían la obligación de hacerlo y tienen la satisfacción de haber cumplido o estar cumpliendo con su deber. Y eso no se puede considerar un destino trágico. ¿Le es tan difícil entender esto? A juzgar por sus deducciones del Acuerdo de Viernes Santo norirlandés, le convendría estudiar la historia de Irlanda algo más a fondo. Ya en 1921, tras dos años de cruenta guerra de guerrillas del IRA conjuntamente con una agresiva actividad política del Sinn Fein, se consiguió que el Gobierno inglés se aviniese a negociar. El IRA y el Sinn Fein sabían que no conseguirían todo lo que querían, pues negociar es tomar y ceder. Así fue como los 26 condados de Irlanda del sur lograron, no inmediatamente, pero poco a poco, su plena independencia. No obstante, aún quedaba pendiente la insoportable afrenta de los seis condados de Irlanda del Norte. Otra vez, al cabo de 75 años y tras 25 años de lucha armada del IRA (¿terrorismo?) e intensa actividad política del Sinn Fein, Inglaterra se avenía por fin a negociar. No es cierto, como usted dice, acercando de paso la brasa a la sardina de las teorías de los unionistas vascos, que los republicanos hayan 'renunciado a imponerlos (sus ideales) por la fuerza, reconociendo la pluralidad de la sociedad irlandesa'. Lo que los republicanos irlandeses hicieron fue aprovechar el resquicio para negociar que la Declaración de Downing Street les ofrecía. Sabían muy bien que no iban a conseguir la reunificación de Irlanda de repente, pero están seguros de que el Acuerdo de Viernes Santo abre las puertas para conseguirla. También están convencidos de ello los unionistas radicales, y por eso se oponen y obligan a sus correligionarios 'moderados' a poner pega tras pega al acuerdo. Pero, aunque la sociedad irlandesa (como la vasca) sea plural, Irlanda (como Euskal Herria) es sólo una. También la sociedad Noruega es plural, pero Noruega es sólo una. Aunque trate usted de distorsionarla, como hacen los espejos de las ferias, ésta es la imagen real y verídica que el espejo irlandés refleja. Si, al contrario de lo que hizo el Gobierno inglés, el Gobierno español no se aviene a negociar, como lo está repitiendo obstinadamente, no podremos esperar progreso alguno para solucionar el conflicto político vasco-español y así conseguir la paz.-
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