Una prueba de flexibilidad
En años pasados, Israel ha experimentado ataques terroristas y desastres, algunos de ellos incluso peores que los sufridos el pasado fin de semana. Pero no había habido una conmoción semejante por la secuencia de acontecimientos sufrida desde el año 1996. (...) Por su propia definición, el terrorismo golpea a inocentes de forma indiscriminada. (...) Esto constituye una prueba de la flexibilidad de una sociedad que ha sido duramente golpeada y requiere un cálculo cuidadoso de sus actos, alejada de los dos polos extremos del derrotismo absoluto y de la venganza combativa. Estos ataques van a influir en la gente en Israel, (...) moviendo la disposición de una gran mayoría a conseguir la paz con mayores cotas de compromiso hasta el creciente escepticismo y el total descreimiento. (...) Arafat no dio órdenes a los servicios de seguridad que le obedecen para que hicieran lo preciso para prevenir ataques de esta naturaleza. (...)
Arafat está perdiendo su estatuto de protagonista de un proceso de diálogo sobre compromisos políticos que acaben con el conflicto. Bien sea porque no pueda controlar los acontecimientos, o bien porque prefiera, movido por razones tácticas, funcionar de diferentes maneras y con diferentes voces, Yasir Arafat está llevando el conflicto al borde del abismo. (...) La conducta de Israel debe estar determinada por su propio interés. Muchas operaciones pasadas enredaron al país en problemas mayores, empezando con el sentimiento de que Israel no podría ignorar el ataque terrorista que precedió a la operación.
Tel Aviv, 3 de diciembre
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