Algunas cosas sí funcionan en Argentina
El Congreso argentino cambiará de faz el próximo 10 de diciembre, cuando se sienten en sus escaños los nuevos legisladores elegidos en los comicios del 14 de octubre. La mayor transformación tendrá lugar en el Senado, una institución desprestigiada por la corrupción y los escandalosos privilegios de sus integrantes. Por primera vez, los 72 senadores de la Cámara alta ocuparán sus puestos por elección directa, y no por designación de las distintas legislaturas provinciales. Y también por vez primera, un tercio de los escaños estará ocupado por mujeres. Traducido en cifras, las cuatro senadoras de la legislatura que concluye se convertirán en 24.
'Cuando en 1995 fui senadora, de los 72 escaños sólo cuatro eran de mujeres', recuerda Cristina Fernández de Kirchnner, del Partido Justicialista, que ahora volverá por la provincia de Santa Cruz.
Uno de los primeros retos que afrontarán los senadores será el desbloqueo de dos leyes de especial interés para las mujeres: la de protección del menor y la de procreación responsable
En Argentina, las mujeres tendrán un 30% de los escaños, porcentaje nada despreciable en América Latina, ya que no superan el 11% de promedio en las cámaras legislativas
Por otra parte, la Cámara de los Diputados renovó 127 de los 257 cargos. Fueron electas 42 mujeres -el 33,07%-, cuatro más que en los comicios anteriores. Con este resultado, todas las provincias tendrán entre sus representantes, por lo menos, a una diputada nacional, salvo en la provincia de San Juan. Entre las dos cámaras, las mujeres tendrán un 30% de los escaños del Congreso nacional, 76 diputadas y 25 senadoras. Un porcentaje nada despreciable en América Latina, donde las mujeres no superan el 11% de promedio en las cámaras legislativas.
Este avance debería haberse producido desde la promulgación de la Ley de Cupo, en noviembre de 1991, que dispone que 'las listas deberán tener mujeres en un mínimo del 30% de los candidatos a los cargos a elegir y en proporciones con posibilidad de resultar electas'.
Durante una década, la ley ha sido papel mojado en el Senado. 'Porque se aplicaba sólo a la Cámara de los Diputados', explica Carmen Storani, presidenta del Consejo Nacional de la Mujer (CNM), 'por el régimen electoral que regía hasta este año. Una ley nacional obligaba a los electores, pero los senadores se elegían por vía indirecta'.
Hasta que a finales de 2000, el presidente Fernando de la Rúa firmó el decreto que ha dado el impulso definitivo al cupo para las mujeres en las listas electorales. Dice el decreto que cuando se elijan dos cargos, una de las candidaturas debe ser ocupada por una mujer; si los cargos son cuatro, la distribución será dos y dos. Y se especifica que las listas que no cumplan con este requisito no serán admitidas por la justicia electoral.
El panorama que describe Carmen Storani alberga esperanzas: 'La mujer se ha incorporado masivamente al mercado del trabajo. Por otro lado, la accesibilidad a la educación es superior a la de los hombres (...), incluso en la parte académica. Las mujeres han ido ocupando la conducción tanto en las empresas como en las organizaciones no gubernamentales. A pesar de esos avances, de la existencia de este Consejo y del trabajo de las legisladoras nacionales y provinciales, la mujer tiene todavía un 30% de diferencia salarial con respecto a los varones'.
Según Carmen Storani, el cargo más importante ocupado por una mujer es el de 'la ministra de Trabajo, Patricia Bullrich, en el poder ejecutivo nacional. Del poder legislativo, las que tienen más relevancia son las presidentas de comisiones'. Bullrich dimitió hace diez días. No hay más mujeres en el Gabinete.
Cristina Fernández de Kirchner subraya que el territorio de la decisión sigue reservado a los hombres a la hora de explicar la pobre presencia de mujeres 'no sólo en los ámbitos oficiales del Estado, sino en los partidos'. Sobran ejemplos: ni una sola provincia argentina está gobernada por una mujer.
Vilma Ibarra, de 41 años, fue elegida el pasado 14 de octubre senadora de la Alianza por la ciudad de Buenos Aires. Su hermano es el jefe de Gobierno de la metrópoli argentina. Echa de menos que los partidos, con honrosas excepciones, no hayan incorporado en sus cartas orgánicas la Ley de Cupo femenino. La consecuencia es que en muchas ocasiones los partidos no tienen la presencia femenina que después sí se exige para los cargos electivos. Lo mismo ocurre en el campo sindical. No hay leyes que exijan un determinado porcentaje de mujeres en sindicatos.
Otro gran salto
Para la senadora, el salto que significa la aplicación de la Ley de Cupo es comparable a la incorporación del derecho al voto de la mujer en época de Evita. 'Creo que ahora se da otro gran salto, que obligará a la mujer a ponerse y medirse en los debates parlamentarios, en la presentación de proyectos y en tener que dar respuestas', dice Vilma Ibarra. En el Senado que abrirá sus puertas el 10 de diciembre, los varones tendrán que medirse por primera vez con pesos pesados del sexo contrario. Senadoras como Mabel Müller y Cristina Kirchner (peronistas) o la propia Ibarra, que viene de presidir la comisión de Presupuesto de una legislatura tan importante como la de Buenos Aires, están dispuestas a dar batalla. Uno de los primeros retos que afrontarán sus señorías será el desbloqueo de dos leyes de especial interés para las mujeres, que ya tienen la luz verde de la Cámara de los Diputados. Se trata de la ley de protección del menor y de la de procreación responsable, llamada de 'salud reproductiva'.
'Sigue habiendo un machismo en la sociedad que, me parece, es del hombre, pero también de las mujeres', puntualiza Ibarra. 'Es un problema cultural que arrastramos, sobre el cual vamos peleando, y las mismas mujeres que muchas veces peleamos sobre algunas cosas también tenemos referencialidad sobre nuestras propias pautas culturales. Creo que éstos son años de crecimiento'.
La herencia de Eva Perón
LOS PRIMEROS ESCARCEOS legislativos a favor de los derechos de la mujer se remontan a 1916, cuando se presentó el primer proyecto de ley de derecho al voto en las elecciones municipales. Fue rechazado, al igual que otros 22 proyectos propuestos en los 20 años siguientes. La mujer argentina votó por primera vez en noviembre de 1951 gracias a la ley impulsada por Eva Perón, defensora de la igualdad entre sexos. El oficialismo había dado un gran impulso al Partido Peronista Femenino, como una rama más del movimiento. Los avances logrados quedaron abruptamente truncados con la cadena de golpes militares que comenzó en 1955. Cuando los argentinos recuperaron la democracia, en 1983, la representación de la mujer en el Parlamento estaba bajo mínimos. El primer paso para revertir la situación no llegó hasta noviembre de 1989, con el proyecto de reforma del Código Electoral presentado por Margarita Malharro de Torres,senadora por Mendoza, que exigía la inclusión de un mínimo del 30% de personas del mismo sexo en todas las candidaturas. Otro proyecto de similares características estuvo auspiciado por un grupo de diputados de diversas corrientes políticas, entre ellos Florentina Gómez Miranda, autora de la frase: 'Con pocas mujeres en política, cambian las mujeres; con muchas mujeres, cambia la política'. La aprobación de la Ley de Cupo en noviembre de 1991 abrió el camino para la incorporación de la mujer a la política. Pero hecha la ley, hecha la trampa, por lo que muchas candidatas que entraban en las listas lo hacían en los últimos puestos, de muy difícil elección. Han transcurrido diez años de denuncias y acciones contra el poderío machista en la política hasta el reciente decreto 1246/2000, que pretende evitar 'la postergación que conlleva el excluir a las candidatas femeninas de las listas de candidatos con expectativas de ser electos'. De entrada, el nuevo Senado tendrá una fisonomía distinta a lo que era un coto cerrado de los hombres.
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