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AL VOLANTE
Columna
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El copiloto electrónico

El nuevo SL vuelve a situar a Mercedes un paso por delante. Tiene una línea espectacular y un interior igualmente llamativo por comodidad, calidad y elegancia. Sin embargo, lo mejor de este coche y lo que no ofrece ningún rival es un equilibrio impecable entre seguridad, confort y eficacia. Y se ha podido lograr gracias al desarrollo de la electrónica. Conducir el SL es como llevar al lado un ángel de la guarda que actúa sólo cuando el conductor hace algo mal, o al menos cuando lo que hace es mejorable. Los sistemas electrónicos trabajan en una coordinación perfecta y con un solo objetivo: ayudar al conductor proporcionándole el mejor equilibrio posible, ya sea al acelerar, frenar, trazar una curva... Y sin que apenas lo note.

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Imagen y calidad en un envoltorio impecable

El control activo de la suspensión ABC reduce al mínimo los balanceos en curvas y frenadas. El SBC o frenado selectivo actúa eléctricamente sobre cada rueda y optimiza la potencia de los frenos en cualquier situación: se detiene como si se clavara al suelo. Además aumenta la rapidez de respuesta de los ABS y ESP (control de estabilidad). Y así un largo etcétera.

Dócil y eficaz

El resultado es una calidad de conducción exquisita, tanto por comodidad como por la precisión de los mandos. Pero además con unas reacciones siempre idóneas que hacen difícil perder el control del coche, incluso a ritmos rápidos. Estas ayudas aportan un comportamiento dinámico tan impresionante como la relación confort/eficacia. El SL pesa casi dos toneladas, pero obedece al volante con la docilidad de un utilitario, pasa por las curvas como un coche de carreras, sobre raíles y sin balancear, y mantiene los trazados como si llevara ventosas. Y con un tacto exquisito y una naturalidad que transmiten sensación de dominio y hacen sentirse a gusto hasta al conductor menos dotado.

Un motor refinado y poderoso

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El motor 5.0 V8 de 306 CV funciona de maravilla, pero pasa a un segundo plano ante la brillantez del conjunto. Corre mucho, sorprende por su fuerza a bajo régimen y sube hasta 6.000 vueltas con finura, alegría y poderío. Lo mejor que se puede decir es que está a la altura del resto, pero además no gasta mucho para su cilindrada, aunque las cifras son tan variables como los ritmos de conducción que permite: 11-12 litros a velocidades legales, 14-15 en conducción rápida o ciudad, y hasta cerca de 20 apurando sus posibilidades.

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