'No conozco la inspiración'
Pese a su extenso catálogo de más de 100 obras y el reconocimiento nacional e internacional como uno de los más destacados compositores españoles del último cuarto del siglo XX, Joan Guinjoan (Riudoms, Tarragona, 1931) se niega a disfrutar de la vida de una forma tranquila. 'Siento una irrefrenable necesidad de seguir componiendo, de escribir música y que me salga bien', dice. Hoy cumple 70 años y lo celebrará componiendo, trabajando en la partitura que le han encargado desde el Festival de Canarias y que se estrenará en enero de 2003. 'Para mí sería un día como cualquier otro si no fuera por todos los homenajes de que este año soy objeto', asegura.
Joan Guinjoan difícilmente olvidará este 2001 en que su obra se ha interpretado más de lo habitual, se han editado discos, libros y se ha leído una tesis doctoral sobre su obra. Y no lo olvidará porque los múltiples homenajes que recibe, y que confiesa que le llenan de 'orgullo y satisfacción' al constatar que no es un músico olvidado, le restan, dice, tiempo para componer. 'Escribir música hace que me sienta vivo, aunque sigo teniendo las mismas angustias que el primer día', explica resignado. '¿La inspiración? No sé qué es eso. Yo tengo ideas y las desarrollo. Me he pasado más de media vida intentando buscar ideas nuevas, y cuando encuentro una y la desarrollo ya no me sirve para la obra siguiente, está quemada, y a buscar una nueva. Cada vez soy más exigente y me he convertido en un maniático de la perfección'.
'Siento una irrefrenable necesidad de seguir componiendo y de que me salga bien'
Asegura el compositor que frente a un papel pautado es como si sus más de 100 obras no existieran. 'La autoexigencia es necesaria. Si uno es capaz debe ir siempre más allá. Es difícil explicarlo, porque para mí todo es misterio y confusión. Por ejemplo, ahora, después de haber pasado con entusiasmo por las vanguardias, me vuelven las ideas que tenía cuando empezaba a componer a principios de los sesenta. Me vuelve a interesar la melódica'.
Confiesa que actualmente evita el color y el ritmo, que han sido dos elementos fundamentales en sus partituras. 'Ahora intento que la música sea más desnuda, aparentemente más simple, como al principio, éste es mi reto actualmente. Si antes la agustia era por hacer algo nuevo en la vanguardia, ahora es ver si soy capaz de hacer una obra diferente pero con una música más simple. La vida cambia pero yo sigo escribiendo lo que siento y si gusta bien y si no, también'.
Después de haber sufrido dos cánceres y un infarto, Guinjoan ha decidido vivir el presente y asegura que ya no quiere seguir trabajando bajo la presión de los encargos con fecha fija de estreno. Y asegura que ha dejado de sufrir por la demora del estreno de su única ópera, Gaudí (1988-1992), con libreto de Josep Maria Carandell. Encargada por la Olimpiada Cultural, la obra sigue inédita y aunque reprueba al Liceo que no aproveche la oportunidad de estrenarla el próximo año coincidiendo con la conmemoración del 150º aniversario del nacimiento del célebre arquitecto, dice que ahora sólo piensa en la partitura sinfónica en la que está trabajando. 'Me entusiasmé con la ópera y no me arrepiento de haberle dedicado cuatro años, porque aprendí mucho. El Liceo me ha dicho que finalmente la estrenará en 2004. Pues bien, cuando se estrene, estrenada estará'.
Para Guinjoan el mundo de la composición vive sumido en la 'confusión del todo vale'. 'Las vanguardias no eran ni mejores, ni peores. Cada cosa tiene su época. La tiranía de las vanguardias era para los que no eran verdaderos creadores y no tenían nada que decir. Las obras de los verdaderos creadores han quedado. En el actual potaje del todo vale, pienso como Josep Ramoneda cuando hablaba de la cultura de la crisis, que llegará un momento en que forzosamente la confusión deberá virar hacia el rigor y la exigencia'.
Lamenta Guinjoan el desinterés que existe entre los artistas de otras disciplinas y los intelectuales por la música. 'La desconexión es absoluta. La música es un arte importante y los escritores actualmente ya no hablan ni escriben de los compositores ni la música de su tiempo. Quizá el distanciamiento que existe sea consecuencia de que en la llamada música clásica no hay especulación, no da para hacer negocio como con un Premio Planeta. Pero nosotros seguimos aquí, intentando dar continuidad a la historia de la música'.
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