El liderazgo de Nokia, en apuros
Ollila, cabeza del 'gigante' finlandés, apuesta ante la crisis por la mensajería móvil multimedia
Corren malos tiempos cuando se trata de mantenerse en la cima si hablamos de telecomunicaciones. Pero Jorma Ollila, presidente y consejero delegado de la finlandesa Nokia, el mayor fabricante de teléfonos y redes móviles, discrepa de una descripción del actual panorama que contenga la expresión 'humor deprimido'.
Su análisis intenta darle la vuelta a la tortilla: 'La nueva era de los móviles empieza por los mensajes con imágenes y, en un futuro próximo, con vídeos. Que una tecnología se asiente lleva su tiempo. Y la tecnología GPRS también necesitará tiempo. Más aún con una desaceleración económica que afecta a casi todos los sectores. Estamos en una fase de transición en las comunicaciones móviles'. Conclusión: 'Al sector le esperan 12 meses muy excitantes'.
El 'gigante' finlandés ha perdido ligeramente cuota de mercado en los últimos meses en favor de rivales como Motorola o Samsung
En su entorno, todos repiten lo mismo: 'Jorma Ollila no es Bill Gates'. Nada más lejos de un gurú. No articula grandes discursos ni aparenta disfrutar explayándose sobre el mundo que viene. Pero lo que no se puede negar es que Nokia, que nació como aserradero y que hace dos décadas vendía productos tan dispares como papel higiénico o botas de agua, creció como una gran pelota de nieve desde su incursión en la tecnología y la electrónica en los setenta, y, claro, desde que, en 1992, Ollila tomara las riendas como consejero delegado y apostara por la telefonía móvil. Nokia aporta hoy casi el 4% del PIB de Finlandia y es la primera compañía del mundo en este tipo de equipos y redes, aunque, en los últimos dos trimestres, la parte de la tarta del mercado que controla, un tercio, ha menguado algo.
Menos cuota
Así lo refleja el último informe de Gartner Dataquest. Si del primer al segundo trimestre del año bajó hasta situarse en el 34,8%, del segundo al tercero la cuota encogió al 33,4%. Todavía dobla la porción de su más directo rival, Motorola, que gana un punto hasta situarse en el 15,7%. Le siguen Ericsson, Samsung y Siemens.
Al publicarse los resultados de Nokia del tercer trimestre, quedó claro que, por primera vez, el gigante finlandés acabará el año con menos ventas que el año anterior, sobre todo por la saturación del mercado europeo, donde la demanda descendió de 29,6 a 28,3 de julio a septiembre. En los primeros nueve meses del año, la facturación de Nokia bajó un 7%, hasta situarse en los 7.050 millones de euros. El beneficio neto, de 760 millones de euros, supuso una caída del 17,6%.
La división de infraestructuras, Nokia Networks, se vio particularmente dañada porque la debilidad financiera de los principales clientes de la compañía (los operadores de telecomunicaciones) no les invita a acometer inversiones millonarias en redes. 'Los operadores se han vuelto prudentes, pero no hemos tenido cancelaciones de pedidos', asegura Ollila, que no quiere entrar a juzgar si a aquéllos les merece la pena haber pagado tan caras sus licencias de UMTS.
En este contexto, el asalto a su dominio del mercado por parte de fabricantes asiáticos como Samsung añade, según los analistas, un nuevo frente de inquietud.
'Hace más de diez años que estoy al frente de Nokia y los peligros de japoneses y asiáticos en general surgen cada mes. Pero yo no veo que los competidores asiáticos saquen ningún producto tan atractivo como nuestro 7650', reflexiona el primer ejecutivo. Ollila se refiere al último terminal, presentado el pasado lunes en Barcelona, que lleva integrada una cámara digital. El N-7650 permitirá lanzar un nuevo servicio de mensajería móvil multimedia que a finales del año próximo se habrá ya incorporado a la mitad de los terminales de Nokia, y en todos en 2003. 'Se trata de inventar un mercado que aún no existe, como no existía el de los mensajes cortos por el móvil', dice el presidente, en alusión a un servicio con que la compañía confía en mantener su liderazgo.
Otra iniciativa pilotada por Nokia con el mismo fin ha sido aunar a 20 grandes compañías de telecomunicaciones para que conjuraran una amenaza para todas, llamada fragmentación tecnológica. Un plataforma común ha de permitir ofrecer servicios compatibles en distintos móviles y redes e impulsar la demanda.
Nokia no ha podido eludir la desconfianza inversora (este año ha caído un 45% en Bolsa) ni los despidos. Pero la cifra (1.500) palidece ante los 39.000 de Motorola o los 22.000 de Ericsson.
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