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Reportaje:

Patrullas urbanas, xenofobia y políticas 'que miran a otro lado'

El crimen de un joven checo en el casco antiguo de Alicante y las reacciones racistas disparan la alarma

Un joven checo perdía la vida en Alicante la semana pasada víctima de lo que parece ser una agresión racista. Acto seguido, aparecen panfletos xenófobos en las calles contra la comunidad musulmana y los vecinos de algunas localidades organizan patrullas de vigilancia para defenderse de los inmigrantes. Todo ello es síntoma de que se está gestando un peligroso sentimiento de intolerancia hacia estos colectivos foráneos.

Aunque el jefe superior del Cuerpo Nacional de Policía en la Comunidad, Segundo Martínez, señala que 'no existe constancia de que existan grupos organizados xenófobos o racistas en la provincia de Alicante que cometan actos de esta naturaleza', otras fuentes policiales aseguran, sin embargo, que 'se ha producido un incremento total y absoluto' de estas agresiones en la capital y en el sur de la provincia de Alicante.

'Es una olla a presión, o ponen remedio o acabará en tragedia', según los vecinos
'La Administración no quiere ver un problema que empieza a ser grave'

Los últimos acontecimientos corroboran esta afirmación: una organización clandestina, autodenominada Partido Antimafia Musulmana, distribuyó a finales de octubre en el centro de la ciudad de Alicante, en una zona con un importante número de negocios regentados por magrebíes, decenas de octavillas xenófobas. Estos pasquines recogían que 'la población musulmana supone un riesgo para la estabilidad de nuestras ciudades y pueblos. No son constructivos'. La Murada, una pedanía de Orihuela (La Vega Baja) también fue inundada de panfletos xenófobos, al tiempo que unos desconocidos -que todavía busca la Policía- prendieron fuego a una carnicería regentada por un ciudadano magrebí. Este acto xenófobo fue calificado por el subdelegado del Gobierno de Alicante, Luis Garrido, como 'un hecho puntual'.

Pero no parecen epígrafes aislados. Torrevieja cuenta con una patrulla de vigilancia, integrada exclusivamente por vecinos, para abortar los innumerables robos que atribuyen a los inmigrantes. Otros municipios como Guardamar del Segura, Crevillent y Novelda han sufrido la violencia de grupos de ultra derecha o skinheads.

El incidente de mayor gravedad se produjo el pasado fin de semana. Un hombre 'de ideología radical' acabó con la vida de un ciudadano checo tras asestarle varias puñaladas, en pleno casco antiguo de Alicante. La víctima formaba parte de un grupo de extranjeros, que se dedican a tocar música a cambio de limosna. Aunque en un principio, el subdelegado del Gobierno en Alicante apuntó como móvil del crimen 'motivos racistas', la Comisaría de Alicante rectificó un día después y negó cualquier tipo de vinculación xenófoba.

Carlos Gómez, el director técnico de Alicante Acoge, es rotundo al respecto: 'El rechazo hacia los extranjeros es constante, pero las autoridades prefieren mirar hacia otro lado'. Lo mismo piensan algunos policías para quienes 'la Administración no quiere ver un problema, que comienza a tener tintes graves'. Los vecinos también están preocupados. 'Es una olla a presión, o ponen remedio a esto o acabará en tragedia', dice Ulpiano Colás, presidente de la Junta de Distrito número 4 de Alicante, que aglutina los barrios del norte de la ciudad y a los más conflictivos por sus altos índices de delincuencia.

El rechazo hacia la población extranjera crece a la par que los actos delictivos: la provincia registró un 42% más de delitos en los meses de abril a junio, con respecto al mismo período del año precedente. Sólo en la capital, el número de delitos se disparó durante el tercer trimestre del año en un 50% más, con respecto al mismo período del año anterior.

Para Ulpiano Colás, 'el problema es muy gordo, no hay seguridad y el seguimiento de los servicios sociales es nulo. La gente está perdiendo el control ante tanta delincuencia y, si no adoptan una solución, los vecinos se tomará la justicia por su mano'. Colectivos vecinales y representantes de organizaciones no gubernamentales coinciden en afirmar que en el caso de Alicante, los servicios sociales 'se desentienden' de este colectivo una vez están ubicados. 'La convivencia siempre genera tensiones, más aún si se tiene en cuenta que se trata de una población con dificultades de adaptación', afirman. Por ello, lo primero que hay que hacer para abordar este problema es reconocer que existen, estima Carlos Gómez, y luego 'intensificar los dispositivos sociales' con el propósito de prevenir actos como los que se han registrado en los últimos meses.

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