_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Crímenes

Intentaron hacerlo nuevamente esta misma semana, esta vez en el parque bilbaíno de Etxebarria, esta vez, al igual que otras veces, a distancia, por medio de una pancarta bomba. Se ha comentado en más de una ocasión que nuestros asesinos se parecen a los iluminados que embistieron el 11 de septiembre contra el World Trade Center, pero se equivocaban de la misma manera que la paloma tonta de Rafael Alberti quienes lo comentaban. Y es que si algo planifican con minuciosidad los miembros de nuestro ejército de liberación es su huída. Son expertos en fugas. Una ekintza bien hecha, en sentido dorsiano, no concluye entre ríos de vino y miel, rodeados de huríes en el paraíso, sino en un restaurante de cuatro tenedores o en algún afamado asador, frente a unas chuletillas de cordero y un crianza de Rioja. El paraíso está aquí. Los activistas de ETA estiman demasiado su vida como para inmolarla dentro del fuselaje de un avión o en una camioneta kamikaze.

Se creen especiales y no saben que son lo más corriente y ordinario del mundo. No entienden que su oficio es tan antiguo como el de las putas y mucho más vulgar. Lo de matar por la patria es una vieja y aburrida milonga. Una excusa manida que encubre toda clase de carencias, frustraciones y miedos y taras. No le demos más vueltas. Acaban de caer estos días en mis manos los Crímenes ejemplares de Max Aub. Una joya de libro. Pequeños cuentos como fogonazos. 31 de ellos han sido interpretados (rematados y a la vez revividos) por 31 artistas, desde Alejandra Hidalgo a Chumy Chúmez, pasando por Asun Balzola, Urrutia Capó o Isidro Ferrer.

Dicen que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Y eso es precisamente lo que han hecho los 31 artistas que han querido recrear los crímenes contados por Max Aub hace más de cincuenta años. Son crímenes contados, es decir, muertes con cuento, sordas o fulgurantes, sorpresivas o previsibles. Puñaladas traperas y escopetazos. Nada del otro mundo. 'Lo maté porque era más fuerte que él'. 'Lo mate porque era más fuerte que yo'. 'Lo mate porque era de Vinaroz'.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_