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Reportaje:MÚSICA

La orquesta soberana

Jesús Ruiz Mantilla

Es, quizá, la orquesta más carismática del mundo, la que inaugura el año, con sus valses y su toque festivo en plena resaca de noche vieja desde esa sala dorada y también mágica que la acoge, en el Musikverein. La Filarmónica de Viena estará en Madrid el próximo día 27, dirigida por el japonés Seiji Ozawa, con un programa que incluye la obertura de El barbero de Sevilla, de Rossini; Juego de cartas, de Stravinski, y la Sinfonía número 7, de Dvorák.

No se casan con cualquiera y todos quieren ser sus novios. Desde que en 1842, el 28 de marzo, celebraran su primer concierto filarmónico dirigidos por Otto Nikolái, compositor de la ópera Las alegres comadres de Windsor, han atravesado una historia en gran parte gloriosa y también algo sombría. Los directores más poderosos le han proporcionado un sonido auténtico, han estrenado obras fundamentales -desde El anillo de los Nibelungos, de Richard Wagner, hasta obras de Verdi, segunda y tercera sinfonías de Brahms o la octava de Bruckner-, han obtenido puros éxitos, sobre todo en el Festival de Salzburgo, donde son músicos titulares, algo que les proporciona un poder singular dentro del mundo musical, y también sonoros fracasos, como el de Madrid, con Lorin Maazel a la batuta, por culpa de un caótico Bolero, de Ravel. Aquello se convirtió en una cuestión de honor para la ciudad que es su casa y el país que la sostiene como uno de sus símbolos.

Un símbolo, un sello, que ha sido ejemplo por los cuatro principios que la rigen hasta hoy: el primero es que sólo artistas miembros de la Ópera Estatal de Viena pueden ser sus componentes; en segundo lugar, la orquesta goza de plena autonomía en lo artístico, organización y administración; como tercer pero no menos importante principio está la democracia: todas las decisiones se toman por sus miembros en asamblea general, y por último, su administración se lleva a cabo por un comité de 12 personas elegidas democráticamente. En una palabra: es la orquesta soberana.

Y su autonomía, lejos de los personalismos y los liderazgos, la ha convertido en la orquesta más deseada por los grandes. Así que hoy presenta un currículo en el que se leen a las principales figuras de sus 160 años de historia. La han dirigido Carl Eckert, Otto Dessoff, Hans Richter en el siglo XIX. Pero un punto de inflexión en su historia fueron los años junto a Gustav Mahler y Richard Strauss. Los 10 años del primero al frente de la Ópera Estatal dejaron en la orquesta el gusto y el sabor del riesgo, la búsqueda de los límites que provocaron en sus versiones el escándalo, la veneración y el escarnio de Viena, en cuyos periódicos aparecía caricaturizado como el hombre de los mil brazos, haciendo mofa de sus movimientos extenuantes.

Hoy la forman 150 músicos. Muchos recuerdan tiempos de gloria y polémica, como los duros tiempos del nazismo, época en la que el 47% de sus miembros comulgaba con Hitler. O su cerrazón a la hora de admitir mujeres, una barrera que se superó demasiado tarde, hace sólo cuatro años, en febrero de 1997, cuando la asamblea posibilitó su entrada.

Son huellas negras que de alguna forma han borrado un poco grandes directores, siempre invitados, como Furtwängler, Erich Kleiber, Otto Klemperer, Bruno Walter, Carlo Maria Giulini, Georg Solti y los de generaciones más recientes, como Claudio Abbado, Carlos Kleiber, Zubin Mehta, Riccardo Muti, o los honoríficos Karl Böhm, Herbert von Karajan y el miembro de honor Leonard Bernstein. Todos ellos han grabado con la orquesta más de dos mil horas de música desde que apareciera su primer disco en 1926, la Sinfonía pastoral, de Beethoven, dirigida por Franz Schalk.

Ozawa o el placer de la perfección

UNOS LO CONSIDERAN algo a favor. Otros, un irritante inconveniente. Quien ha escuchado a Seiji Ozawa dirigir, levanta acta de su obsesión perfeccionista con las orquestas. Ése es su gran mérito y también su condena para los buscadores de sorpresas y emociones. Llega el músico oriental, nacido en Shenyang, China, en 1935, pero hijo de japoneses, de los que adoptó nacionalidad, con la Filarmónica de Viena el próximo día 27 a Madrid. La orquesta es su futuro, porque desde este otoño, Ozawa es director musical de la Ópera Estatal de Viena, algo que le vincula a la formación de la ciudad intensamente. Es una nueva aventura después de haber permanecido 29 temporadas como titular de la Sinfónica de Boston, puesto que abandona en diciembre, y donde ha dejado cifras apabullantes, por ejemplo, en el apartado discográfico: ha grabado unas 150 obras de 50 autores. Pero la carrera musical de Ozawa no se desarrolla sólo en Occidente. En Japón, sigue presente de manera activa como director artístico del Festival Saito Kinen y de la orquesta que lleva el mismo nombre y también como profesor en la Ozawa Ongaku Juku, una academia de formación de jóvenes músicos a los que se da la oportunidad de trabajar junto a reconocidos intérpretes consagrados.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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