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Reportaje:

Un árbol de acero para el invierno de los cormoranes

Una original escultura sirve de 'casa' a las aves acuáticas que pasan la estación fría en una urbanización de Las Rozas

El embalse de Molino de la Hoz, en Las Rozas, recibe cada año a una pequeña colonia de unos 20 cormoranes. Las aves acuáticas, emparentadas con los pingüinos, recalan en sus aguas para pasar los avatares invernales. Pero este año, al llegar desde los países del norte y este de Europa, donde pasan la primavera y el verano, los cormoranes se han encontrado con una nueva casa. Un árbol de acero, diseñado por el escultor húngaro Miklós A. Pálfy, les esperaba a su regreso. Los vecinos aguardaban expectantes a las aves migratorias. 'Cuando apareció Schumacher [campeón de fórmula 1], como nosotros llamamos al primero que aparece cada año, y vimos que no ponía reparos al árbol, suspiramos aliviados', dice Norman Martín, miembro de la Asociación de Defensa de los Cormoranes en Molino de la Hoz. Ayer, dos meses después de su llegada, se inauguró oficialmente el posadero. Mientras tanto, los pájaros permanecían en medio del lago, subidos en el árbol de acero, impasibles ante las miradas curiosas de los asistentes al acto.

Hasta hace dos años, las ramas peladas de un viejo olmo muerto, que emergía en medio del lago, servían de morada a los cormoranes. Allí se posaban, después de pescar en el pantano, para secar sus alas, que no están impermeabilizadas como las de otras aves acuáticas. Los cormoranes cazan peces mientras nadan y, al zambullirse en el agua, pueden permanecer en su interior más de dos minutos. En la primavera de 1999, una tormenta abatió el antiguo olmo. 'Los consideramos de la urbanización, y no podíamos permitir que se fueran', explica Diana, una vecina. Entonces tomaron una decisión: hacer una nueva casa para los pájaros que estuviera lista antes del 15 de septiembre, fecha en la que retornan. El primer año adaptaron como posadero una plataforma tosca a la que añadieron unas ramas. La iniciativa tuvo gran éxito, y ese año llegaron a contar 25 ejemplares de cormorán. Pero la idea era conseguir una estructura definitiva que los cormoranes no rechazaran y donde quizá algún día llegaran a anidar.

Con la ayuda del Ayuntamiento de Las Rozas, de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y de varias empresas particulares, la asociación ha conseguido anclar en medio del embalse el árbol, de 7,5 metros de alto y un peso total de 1.400 kilos. Las dificultades técnicas eran muchas, y los medios, escasos. Martín explica los problemas de diseñar y construir una plataforma flotante subacuática de cinco metros de lado con ocho cámaras de flotación. 'Después de montar todo este tinglado había que amarrarlo a los cuatro muertos de anclaje que están en el fondo del pantano', relata Martín. Cada uno de los cuatro muertos, los bloques de hormigón a los que está amarrado el árbol, pesa tres toneladas.

Una vez concebida la idea, los amigos de los cormoranes se lanzaron a la búsqueda de financiación para el proyecto. Bonifacio de Santiago Prieto, alcalde de Las Rozas (PP), cuenta cómo su primera impresión al oír hablar del proyecto fue la de que se encontraba ante un grupo de locos idealistas. 'Pero después pensé en el milagro que representaba el que un lugar como éste, bastante idílico, pero con casas y ruidos alrededor, hubiera sido elegido por unos cormoranes para pasar el invierno', afirma De Santiago. 'Entonces me di cuenta de que quizá no era tal locura y que merecía la pena echar una mano', prosigue el alcalde. De Santiago piensa que estas iniciativas, además de contribuir a la defensa medioambiental, suponen un elemento socializador más.

Barbacoa

'En este tipo de urbanizaciones, donde las casas están separadas, es muy difícil el contacto entre vecinos. Para construir el árbol ha sido necesaria la colaboración de todos, y ahora ya están hablando de celebrar un Día del Cormorán con una barbacoa', comenta De Santiago. Por estas razones se metió el Ayuntamiento en el proyecto y ayer el alcalde no ocultaba su orgullo al contemplar a los cormoranes desde los prismáticos instalados a la orilla del embalse.

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El escultor, también vecino de Molino de la Hoz, prestó sus conocimientos artísticos al proyecto de forma desinteresada. 'Tenía claro que el posadero para los cormoranes tenía que respetar al máximo la naturaleza y los hábitos de estos animales', explica A. Pálfy. 'La estética tenía que ser la adecuada, porque el árbol se encuentra en un lugar de máxima visibilidad, en medio del embalse', continúa el escultor. Una vez construida la maqueta, la dificultad ya sólo fue técnica: hubo que hacer realidad el diseño de Pálfy, una estructura de acero que se eleva por encima del nivel del agua y que tiene casi 20 metros lineales de plataforma horizontal donde los cormoranes se posarán cada año.

'Como unos vecinos más'

'Son de aquí, unos vecinos más'. Así definen los vecinos de Molino de la Hoz (en el municipio de Las Rozas, casi lindando con Galapagar) a los 20 cormoranes que desde hace 15 años pasan el invierno en el embalse de la urbanización. El biólogo Roberto Pérez Mora va más allá y califica la llegada de las aves a esta zona de 'milagro'. 'Los que habitan aquí son cormoranes grandes, que son bastante ariscos e independientes, no aprecian demasiado la compañía del ser humano', comenta. Por eso, Roberto no se explica la razón por la que todavía siguen respondiendo puntualmente a la cita invernal con Molino de la Hoz. 'Hace años, aquí no había tantas personas ni tanto ruido, pero ahora soportan viviendas cercanas y el ruido de coches y autobuses. Es increíble que todavía aguanten, por eso hubiera sido tristísimo que por la desaparición del árbol en el que habían vivido se hubiera perdido la colonia', subraya Pérez. Los cormoranes son excelentes nadadores. En el embalse de Molino de la Hoz, construido hace 27 años en el cauce del río Guadarrama, encuentran carpas y otras especies, como barbos. Ahora los vecinos quieren que aniden allí. Esto es más difícil, pero no imposible. 'En España han hecho nidos en Toledo, en el pantano de Navalcán, ¿por qué no aquí?', se preguntan.

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