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AMÉRICA LATINA

Panamá decide ampliar su canal

Las viejas esclusas no soportan el paso de portaaviones ni de los grandes mercantes

Los tiempos han cambiado y los nuevos buques no responden a las limitaciones del ya vetusto canal de Panamá. Los portaaviones las superan con creces. Igual que los portacontenedores, cuyas gigantescas dimensiones les impiden cruzar América por el canal panameño, pese a lo cual se han hecho ya con más del 7% del transporte mercante mundial.

Hace ya tiempo que los gestores del canal veían venir esa amenaza a la que deben hacer frente si Panamá no quiere perder, gracias a esta gigantesca obra de la ingeniería mundial, la segunda fuente de ingresos del país. Con 579,1 millones de dólares (107.113 millones de pesetas) facturados el año pasado, el canal aportó a la Hacienda panameña 40.700 millones de pesetas, mucho más que el turismo y por detrás de los beneficios aportados por el puerto franco de Colón, junto a la entrada caribeña del canal.

Las inversiones necesarias para ampliar el canal, en los próximos ocho años, se acercan a los 740.000 millones de pesetas

La Autoridad del Canal de Panamá, como se llama el órgano gestor de esta infraestructura desde que fue transferido por Estados Unidos en enero del año pasado, se enfrenta además con otro reto: la garantía de agua para mantener las esclusas a pleno rendimiento. Quieren aumentar el tráfico de 38 a 43 buques diarios y para eso no sólo hace falta un nuevo juego de esclusas de mayor tamaño (para buques de 424 metros de eslora y 45,5 de manga), sino más recursos hídricos.

Si se tiene en cuenta que por cada barco que transita por el canal se vierten 200.000 metros cúbicos de agua a los océanos de uno u otro lado del istmo y circulan más de 14.000 al año, las necesidades de agua para operar el canal se acercan a los 3.000 hectómetros cúbicos anuales, tres veces más que el trasvase del Ebro previsto en el Plan Hidrológico Nacional.El sistema hídrico que mantiene operativo el canal está apoyado en varios embalses cuya capacidad de reserva no garantiza usos adicionales como los abastecimientos de varias ciudades, entre ellas Colón y la propia capital de Panamá.

Por si fuera poco, el canal vio las orejas del lobo durante el último episodio del fenómeno del Niño en 1998. La temporada seca, que apenas dura cuatro meses, fue tan prolongada ese año que provocó una bajada de 26 metros del nivel de las aguas del lago (presa) de Gatún, que sustenta el juego de esclusas. El calado del canal se redujo en 12,04 metros y el tráfico cayó drásticamente durante unos meses al aplicar restricciones y reducirse el calado. Más de 1.500 barcos renunciaron a la travesía del canal.

Hace dos años, el Gobierno panameño decidió ampliar la tradicional cuenca hidrográfica del canal de Panamá (329.000 hectáreas) con 214.000 hectáreas adicionales al oeste del canal, con la idea de construir dos o tres embalses que se conectarían con el lago Gatún o, en cualquier caso, para preservar su riqueza forestal, garantía de que el agua no vaya a faltar, pese a que las precipitaciones medias son altísimas, de 2.596 litros anuales.

Las comunidades indígenas que habitan en la cuenca ampliada no han recibido de buen grado esa decisión porque implica o bien el desalojo de sus tierras ante una posible inundación o cercenar su potencial desarrollo. Han protagonizado numerosos encierros para exigir la derogación de esa medida. El último de ellos se ha producido a mediados de octubre en la sede del arzobispado de Panamá. Cáritas les apoya.

Mientras la Autoridad del Canal se esfuerza en mitigar ese rechazo mediante negociaciones con los líderes campesinos, los pasos para ampliar las prestaciones del canal avanzan.

A finales de año estará concluido el ensanche del corte Culebra, la zona más angosta del canal, en cuya excavación trabajaron más de 75.000 hombres a principios de siglo. Y en el curso del año próximo se va a dragar en más de un metro todo el cauce central del canal, según Jaime Robleto, portavoz de la Autoridad del Canal.

Entretanto, se procesa la titulación de tierras por parte de los campesinos (no las tienen registradas) y varias consultoras de Canadá y Estados Unidos realizan por encargo inventarios de recursos hídricos y naturales de las cuencas geográficas del canal, así como estudios de impacto ambiental y socioeconómico de las alternativas que se plantean: construir presas en la cuenca occidental o una adicional en la oriental, adaptar las piletas de las esclusas para reciclar agua y ahorrar un 60% de su consumo actual, instalar plataformas/grúa que eleven y bajen los buques sin necesidad de pasar por las esclusas o construir una esclusa adicional de mayores dimensiones junto a las 40 existentes.

Cualquiera que sea la opción que se elija implicará inversiones del orden de los 4.000 millones de dólares (740.000 millones de pesetas) en los próximos ocho años, una cantidad que de momento el país no está capacitado para desembolsar.

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