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Familiares de discapacitados critican las deficiencias de la residencia Promi de Coín

Familiares de personas internadas en la residencia para discapacitados psíquicos que gestiona la ONG Promi en Coín (Málaga) denunciaron ayer la 'negligencia' de la delegada provincial de Asuntos Sociales, Ana Paula Montero, a quien responsabilizan de la 'deficiente atención' que reciben los internos de Promi en Coín. Los denunciantes exhibieron dos informes de la Junta en los que se refleja la escasez de personal y falta de actividades en el centro. Montero afirma que, al ser una residencia privada, 'la capacidad de intervención de la Junta es limitada'.

El centro fue construido a finales de los setenta por un grupo de padres de chicos afectados por minusvalías psíquicas. Pusieron la gestión en manos de la Asociación para la Promoción del Minusválido (Promi), fundada en 1976 por el doctor Juan Pérez Marín, quien había desarrollado en Cabra (Córdoba) una innovadora labor de integración con personas discapacitadas.

La asociación ha crecido exponencialmente en los últimos 25 años, llegando a gestionar una docena de centros en España, casi todos en Andalucía, y la mayor parte de ellos con sus plazas concertadas con las administraciones públicas -concretamente, de las 93 plazas que tiene la residencia de Coín, 42 están concertadas con el Imserso y 51 con la Consejería de Asuntos Sociales-.

También ha obtenido Promi subvenciones de fondos de la Unión Europea, del Ministerio de Trabajo y de la Consejería de Asuntos Sociales para desarrollar más de 30 proyectos tendentes a la integración sociolaboral de personas con discapacidad, aparte de haber creado diversas empresas para emplear a estas personas.

Agujero económico

Pero a mediados de 2000, Promi comenzó a hacer aguas. Se detectó un agujero económico que el sindicato CC OO cifra en más de 4.000 millones de pesetas. Trabajadores y proveedores de Coín comenzaron a no percibir sus nóminas. Tras siete meses sin cobrar, 18 empleados firmaron un autodespido. Después les siguieron otros más, hasta 34.

Los trabajadores iniciaron movilizaciones y algunos familiares de internos de la residencia -sólo hay adultos- comenzaron a denunciar deficiencias en la atención como consecuencia de la falta de personal. La delegada de Asuntos Sociales afirma que 'desde aquel momento se han efectuado hasta cinco inspecciones, sin hallar motivos para proceder al cierre del centro, que es lo único que puede hacer la Junta'. Lo que sí hicieron las administraciones y varias entidades bancarias fue inyectar a Promi 1.200 millones de pesetas para afrontar los pagos. Pero la mayor parte de los ex trabajadores aún no ha cobrado su indemnización.

Los denunciantes, que han solicitado al juzgado de Coín la intervención judicial de la residencia, se quejan de las 'trabas' que se les han puesto desde Asuntos Sociales para facilitarles documentación que les permita argumentar la necesidad de cambiar de gestor. 'Hemos tenido que dirigirnos al Defensor del Pueblo Andaluz para que nos remitan dos informes. Nos consta que lo que ha llegado a nuestras manos es lo más suave', se queja Isabel Ortega, madre de un interno.

En uno de estos informes, fechado el pasado 21 de agosto, se relata que 'la difícil situación económica por la que atraviesa Promi ha dado lugar a un clima laboral y asistencial incapaz de dar respuestas en relación con el nivel de calidad previsto en la concertación, constatándose una merma y deterioro en la prestación de servicios a los usuarios del centro'.

Montero rechazó ayer la posibilidad de rescindir las plazas que la Junta tiene concertadas con el centro de Coín, 'a menos que sucesivas inspecciones arrojen datos más preocupantes'. Los padres afirman que, aparte de la total ausencia de actividades ocupacionales o de rehabilitación, los internos sufren privaciones en las comidas, infecciones por hongos y sabañones en invierno por falta de calefacción. También denunciaron que hace unos días, un interno se escapó del centro sin que nadie se percatase en 36 horas. Apareció magullado y embarrado en una cuneta.

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