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VISTO / OÍDO
Columna
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El autoterrorismo

El terrorismo es esto: ocurre un accidente localizado, y la inmensa ciudad corta todos sus puentes y sus túneles, deja un pasillo central en las grandes vías para que circulen policías y bomberos, y los guardias detienen en la calle a la gente -incluso de claro y rubio color ario, como la corresponsal que lo cuenta- para mirar sus bolsos; y los teléfonos se colapsan.

Es un plan de seguridad. No ponerlo en marcha es arriesgado y grave; hacerlo saltar multiplica el miedo que no abandona Nueva York desde el 11 de septiembre; y el país entero, con el ántrax; y con la insistencia de las autoridades de que pueden emplear contra él armas de destrucción masiva, incluyendo la atómica. Se habla de unos maletines nucleares que la CIA ordenó a su agente Bin Laden que robase a los rusos -entonces soviéticos- que ocupaban Afganistán: y se los quedó. Puede ser también enteramente falso: pero aumenta el terror.

Habría que suponer que los que aprobaron que el presidente Truman lanzara una bomba atómica en Nagasaki y otra en Hiroshima podrán comprender esta forma de bumerán que a lo largo de los siglos es la guerra: siempre regresa a la cara de quien la lanza. Y ¿quién fue el primero?

Pero ésta no es la cuestión: se trata de que el pánico cunde y está esterilizando la vida en la ciudad más representativa de Occidente, y en la más vulnerable. Se trata de ver cómo es este mecanismo: la amenaza -a partir de un hecho real- se multiplica por los mecanismos de precaución, como la alergia enferma al organismo por un exceso de defensas. En un mundo donde se crea la manera de pensar y se dirige el sistema de las amenazas, las venganzas, los planes de estado mayor, los bloqueos por hambre de tres o cuatro países, la permanencia de la muerte sin violencia de algunos millones de personas, no se dice nada en vano: mentiras o verdades son por algo (ved aquí a los ridículos discípulos). Por lo tanto, hablar de un enemigo capaz de destrucción masiva, evacuar los grandes rascacielos por un accidente lejano, señalar que el puente de San Francisco -el Golden Gate- va a ser un objetivo, blindar Nueva York a cada alarma, es multiplicar el terrorismo. No creo que sea por casualidad: o tienen verdadero miedo o tienen que justificar cualquier barbarie en la manera defensiva.

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