No leer
Los editores se quejan de que cada vez se lee menos; el año anterior un 42% de los españoles no leía nunca un libro, y ahora es un 47%. Es la aportación de las nuevas generaciones. Dicen los editores que es porque creen que leer no da dinero. Si es así, tienen razón: pero no leer tampoco lo da. Creo que de una manera general hay una disminución de la cultura, una anticultura que comienza en la escuela y en los libros escolares, que antes se llamaban 'de texto' y ahora son de bellas ilustraciones y de líneas de puntos para rellenar con respuestas de una sola palabra, con lo que se evitan los cuadernos del escolar: lectura y escritura son gemelas.
Quizá la enseñanza procure una cultura distinta de la de los libros o, más claramente, un lenguaje distinto. El lenguaje de aprender lo que se debe es distinto del de los libros. Mi profesor de conducción en París me decía: 'Aquí aprende usted para examinarse, no para conducir'. Una expresión que se puede generalizar. Oyendo la radio o la televisión sospecho que no está entendiendo nadie lo que dicen. También pasa en los periódicos, pero se supone que quien los compra tiene preparación suficiente y no está en el 47% negativo: o que lee sólo las secciones que le interesan. Es comprensible: entiendo mal las informaciones del fútbol porque no tengo esa cultura, que es inmensa: los centenares de nombres que maneja con las biografías de cada uno, la memoria de cientos de partidos anteriores, los datos matemáticos de las clasificaciones, sólo se pueden saber con muchos años de aprendizaje.
Fuera de esa materia tan intrincada hay generalidades sobre las que trabajamos las gentes de libros, periódicos, radios o televisiones. La angustia de saber que muchos no entenderán nada se enfrenta con la necesidad de emplear matices para explicar la novedad que creemos aportar. No hay palabras sinónimas: cada una tiene su matiz, y una sola varía según donde esté. El 'pensamiento único' se afirma en la creación de ideas bloque, sin matices ni contrapesos: a favor o en contra, buenos o malos, del tipo 'el que no está conmigo está contra mí' de todos los gobernantes. Los que emiten el pensamiento único se han preocupado antes de crear los analfabetos necesarios: no los que no saben leer, sino los que no pueden entender lo que leen.
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