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Reportaje:

El último neandertal

La Universidad de Valencia muestra la mayoría de los restos humanos fósiles del paleolítico valenciano

La evolución de los homínidos, el ocaso de los neandertales, la llegada del hombre de Cromagnon a la península Ibérica, la enigmática convivencia durante algunos milenios de ambas especies humanas... Juan Luis Arsuaga, catedrático de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid, más conocido por la dirección de las excavaciones de Atapuerca, desgranó ayer en el edificio La Nau de la Universidad de Valencia todos estos misterios durante la inauguración de la exposición De neandertales a cromagnones, el inicio del poblamiento humano en tierras valencianas. Muestra comisariada por el catedrático de Prehistoria Valentín Villaverde que expone por primera vez casi todos los fósiles humanos del paleolítico valenciano.

Restos de un enorme valor, según explicó Arsuaga, porque el territorio valenciano fue un privilegiado testigo de la paulatina sustitución, hace 29 milenios, de la especie humana hegemónica en europa durante cientos de miles de años, los neandertal, por otra proveniente de África, la de los antepasados del hombre moderno. Es más, apuntó que hallazgos como los de algunos yacimientos valencianos permitieron a los científicos españoles apuntar la teoría de la convivencia en contra de la tesis entonces mundialmente aceptadas. 'No caben complejos', aseguró Arsuaga, en referencia al prestigio de los paleontólogos españoles y valencianos.

Con una bonita metáfora, el famoso paleontólogo planteó incluso la duda, para la que espera que la ciencia dé pronto una respuesta, sobre si el último neandertal, quizá un habitante de la Cova Negra de Xàtiva, murió en soledad sabiendo que con él moría su extirpe o si pudo ver a sus descendientes, en un probable mestizaje con los cromagnones. No en vano, Arsuaga explicó que aunque en el hombre moderno no hay ni un solo vestigio de rasgos neandertales, algunos descubrimientos científicos apuntan a que sí hubo mestizaje, una hibridación en la que los genes del antiguo habitante europeo desaparecieron finalmente ante la pujanza del nuevo colonizador, con mayor grado de cefalización y poseedor de una impronta cultural (ritos, adornos, pinturas...) que lo hacen más próximo al humano actual. Eso sí, Arsuaga se encargó de dejar claro que el neandertal, con su 'cara de velocidad', su craneo en forma de melón y su cuerpo compacto, no es tan primitivo como se ha afirmado. Su industria lítica, su evolución durante milenios y su supremacía sobre el entorno no dejan dudas. Y la exposición, que estará abierta hasta el 30 de enero, da fe de ello.

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