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Reportaje:LIBROS CONTRA LA INTOLERANCIA

Entendimiento

Si se quiere aprender lo que ha de ser un verdadero carácter tolerante, abierto y sereno con respecto al mundo, las acciones y creencias de los hombres, aparte de las obras más conocidas de filósofos antiguos como Epicuro (Sobre la felicidad), Marco Aurelio (Meditaciones) o Séneca (Epístolas morales a Lucilio) -Gredos-, será imprescindible conocer a dos herederos directos de aquellas grandes figuras del arte de saber vivir: Michel Eyquem de Montaigne (1533-1592) y François Maria Arouet, Voltaire (1694-1778).

Los Ensayos de Montaigne, completos (Cátedra) o en cualquiera de las ediciones españolas (Valdemar, Debate), constituyen un documento humano excepcional. Allí se expresa una mirada limpia, sin prejuicios, escrutadora de los aconteceres tanto propios como de los demás. Del gran Voltaire son harto recomendables sus Cuentos y su Cándido (Valdemar y Espasa), así como el Diccionario filosófico (Akal) y el Tratado de la tolerancia (Alfaguara), uno de los más claros alegatos contra la intolerancia de todos los tiempos. Tampoco estará de más disfrutar de El jardín de las dudas (Planeta), deliciosa novela sobre Voltaire de Fernando Savater.

Inspirado por el espíritu ilustrado y cosmopolita de estos finos observadores de miserias y grandezas, a quienes admiraba, se halla ya en el siglo XX, el escritor austriaco Stefan Zweig (1881-1942). Casi cualquiera de sus ensayos destilan su pasión indomeñable por la razón, la aquiescencia y la sabiduría, pero su Erasmo de Rotterdam (Juventud) es quizá la obra en que mejor expresó sus ideas acerca de la tolerancia y el entendimiento mutuo entre quienes profesan diversas creencias religiosas; también su Castellio contra Calvino (El Acantilado).

Si por contraste el lector quisiera conocer a un reducido pero dañino grupo de seres intolerantes y fanáticos hasta la náusea puede acercarse a un testimonio estremecedor y de sobrada actualidad; se trata de Los últimos días de Hitler (Alba), del historiador británico sir Hugh Trevor-Roper (1914). Éste describe magníficamente la banda de psicópatas, politicastros y militarotes fantoches que condujo a la catástrofe a más de media Europa. Cerrazón de miras, ocultos complejos inconfesables, estrechez intelectual, nefasta ideología basura..., en conjunto, características señeras de los descerebrados de todas las épocas.

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