Por qué lo hice
El ciudadano que persiguió a los dos etarras del comando Madrid que huían de la calle Corazón de María el martes pasado tras hacer estallar un coche bomba y que permitió con ello su captura ha decidido explicar públicamente su sorprendente acción. Para ello, ha escrito una carta abierta que ayer leyó el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano. Éste es su contenido:
'Por qué lo hice. Quienes me conocen no dejan de hacerme esta pregunta, y a ellos ya les he contestado. Quiero ahora desde estas líneas responder a quienes no me conocen y, exageradamente sin duda, no dejan de calificarme como 'héroe' y 'ciudadano ejemplar'.
No soy ni policía jubilado ni ex miembro del Cesid, como he llegado a escuchar; soy un civil, lo he sido siempre -salvo mi etapa de milicia universitaria-, tengo esposa e hijos y gracias a Dios, llevo una vida y un trabajo normal; todo ello vale lo suficiente como para darme cuenta de lo mucho que hubiera podido perder, pero ahora soy consciente de que valió la pena mi esfuerzo.
Son ya muchas, por desgracia, las ocasiones en las que rabia, impotencia y emoción han sido los únicos sentimientos que he podido tener ante la brutalidad de los terroristas tras cada nuevo atentado. Creo que todos hemos sido conscientes de la inutilidad de cualquier esfuerzo que en esos momentos cualquiera de nosotros sin duda hubiera estado dispuesto a realizar. Y aquella mañana de noviembre, el destino quiso brindarme la oportunidad de poder hacer lo que cualquiera hubiera hecho; mantener los nervios, procurar estar sereno y atento a lo que sucedía, y quizás cierta intuición, pudieron propiciar que del enorme caos producido llamara mi atención la sorprendente serenidad de dos individuos que abandonaban el lugar introduciéndose en un vehículo.
Había que tomar una decisión, y sin duda pesaba mucho la sangre una vez más derramada a manos terroristas. Eso hizo que emprendiera la persecución, olvidando tal vez mis propias circunstancias, absolutamente convencido de que demasiadas veces una actitud pasiva ha servido de amparo a los asesinos.
No imaginaba el alcance que iba a tener aquella decisión y no es momento de vanagloriarse; no soy ningún héroe, héroes son los apenas chavales, miembros de nuestra Policía, que delante mía y sin vacilar se lanzaron a una peligrosa captura y a un riesgo cierto.
No tengo más mérito que otros muchos españoles que, con su tesón y constancia, llevan muchos años dedicando sus vidas a protegernos a todos, verdaderos héroes de estos tiempos que nos ha tocado vivir.
Quiero agradecer, sin embargo, a todos aquellos que en los diversos medios me han dedicado su homenaje, homenaje que no me corresponde y que, desde estas líneas, quiero trasladar al recuerdo de tantas y tantas víctimas, con la esperanza de que pueda dar siquiera algún consuelo a sus familiares.
Mi nombre es el de cualquiera de vosotros que lea estas líneas y comprenda que el fin del terrorismo empieza en cada uno de nosotros, actuando sin miedo y permaneciendo alerta para la defensa de nuestro Estado de Derecho.
Un español más'.
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