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LA OFENSIVA TERRORISTA

La Audiencia intenta ahora que no sea necesario que declare el testigo del atentado de Madrid

El Gobierno ha decidido proteger 'a rajatabla' la identidad del ciudadano que siguió a los etarras

La Audiencia Nacional quiere evitar a toda costa pronunciarse sobre si los etarras del comando Madrid Ana Belén Egues Gurrutxaga y Aitor García Aliaga podrán ver o no durante el juicio al ciudadano cuya heroica actuación posibilitó la detención de ambos terroristas el martes pasado. Por ello, el teniente fiscal Jesús Santos está considerando ahora la posibilidad de que el testimonio de este héroe anónimo no sea imprescindible para conseguir la condena de los terroristas. Existen otras pruebas, como el mando a distancia utilizado y las confesiones de los propios etarras, que pueden ser decisivas.

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Si el miércoles el testimonio del ciudadano que siguió a los etarras que hicieron estallar un coche bomba parecía imprescindible para establecer la cadena probatoria, ya que sólo él vio a los dos terroristas en la escena del crimen y los siguió hasta el lugar en el que fueron detenidos, orientando a la policía con su llamada telefónica, ayer se especulaba en la Audiencia Nacional con la hipótesis contraria.

Ante la posibilidad de que los etarras puedan verle la cara en el juicio -nunca durante la ins-trucción-, el fiscal esperaba que no fuera necesario citarlo por existir pruebas suficientes para lograr una condena. Se dispone del mando a distancia utilizado en el atentado y también de la confesión de los terroristas ante la policía, que se espera sea ratificada el próximo sábado ante el juez Carlos Divar. En teoría, eso sería suficiente para evitar la citación del anónimo ciudadano ejemplar.

Hasta ahora, en la Audiencia Nacional todos los testigos protegidos han podido ser vistos por los imputados a los que acusaban, si bien algunos comparecieron con el pelo teñido, gafas, y bigote y barba postizos para desfigurar sus rasgos, lo que está permitido.

Existe una sentencia del Tribunal Constitucional que permitiría que un testigo protegido declarase en otro recinto con conocimiento del tribunal y el fiscal y que su voz llegase por megafonía, pero en la Audiencia no quieren tener que llegar a plantear ese caso. El propio fiscal jefe, Eduardo Fungairiño, explicó ayer que un testigo protegido podría no declarar en el juicio si el fiscal renuncia a su testimonio por existir otras pruebas de cargo. Y si lo solicitasen las defensas de los etarras, se podría denegar, puesto que los letrados no pueden solicitar testimonios que incriminen a sus propios clientes.

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El ministro portavoz, Pío Cabanillas, aseguró ayer que el Ministerio del Interior garantiza 'a rajatabla' el anonimato del testigo, si bien matizó que no puede negarse a revelar su identidad al juez. Precisamente ayer un coche policial acudió al domicilio del testigo para evitar que fuera abordado por periodistas de tres medios de comunicación que pretendían entrevistarle.

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