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Ni Óscar ni electricista

Los tres hombres que compartían piso desde abril con Aitor García en Madrid apenas veían al etarra

F. Javier Barroso

'La sorpresa del martes fue tremenda, cuando vimos entrar a la policía secreta [agentes de la Brigada de Información] con nuestro compañero esposado y cabizbajo'. Así se expresa Ángel, uno de los inquilinos que compartía piso en el número tres de la calle de Adelfas, en el distrito madrileño de Retiro, con el etarra Aitor García Aliaga, el terrorista detenido el martes tras hacer estallar un coche bomba en Madrid. Éste se hizo pasar por un electricista llamado Óscar para no levantar suspicacias ante sus tres compañeros de piso. Ninguno de ellos, de hecho, tenía la menor sospecha de que en la habitación de al lado se escondía desde abril un etarra.

Aitor García respondió un anuncio en un periódico en el que se pedía inquilinos para compartir piso. Los alquileres en esta zona de Madrid son muy altos (superan las 120.000 pesetas) y se buscan compañeros para repartir los gastos. El supuesto etarra se presentó como Óscar, un asturiano recién llegado a la capital que necesitaba alojamiento. Según recuerda su compañero, estaba realizando un trabajo en la capital. 'Como persona era excelente. Jamás sospechamos de él. Cuando vimos entrar a la policía ayer [por el martes], pensábamos que habían detenido a otro inquilino que también vivía con nosotros, era un vasco procedente de Vitoria y que además se llamaba Aitor. Después resulta que era Óscar el etarra', explica Ángel.

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'Yo sólo le he visto una vez con una mujer en la casa. Al principio pensé que se trataba de la que habían detenido con él tras el atentado [Ana Belén Egues], pero a mí me pareció más guapa la que vi en la cocina del piso', añade Ángel. 'Muchas veces parecía que se había ido, pero estaba tumbado en su cama, con la puerta de su habitación cerrada. Parecía que no querían que le molestaran, porque se dejaba ver poco. Cada uno iba a su rollo y, por ejemplo, no comíamos juntos', concluye su compañero.

Seis de la mañana

El día del atentado, Aitor se levantó alrededor de las seis de la mañana y se duchó. A uno de los compañeros de piso le extrañó que estuviera tan pronto en pié, pero siguió durmiendo, porque oyó que enseguida salió de la casa. Unas dos horas y media después estalla un coche bomba cargado con 25 kilos de explosivos en la calle de Corazón de María, al otro extremo de la capital. 'Me ha sorprendido más aún porque el muy asesino tiene una cara de bueno que no puede con ella', añade Ángel.

El uso del nombre de Óscar no era nada nuevo para el etarra. De hecho, antes de compartir piso en la calle de Adelfas, estuvo viviendo en la calle de los Estudidos número dos, en el distrito Centro de la capital. En aquella ocasión compartió una habitación con otro etarra que se hacía llamar Jesús y que se trataba de Gorka Palacios, uno de los integrantes del comando Andalucía. Los dos etarras se hicieron pasar en esta ocasión por empleados de una ingeniería de construcciones especializada en maquinaria de precisión. 'Se iban a las siete de la mañana y no volvían hasta después de comer. Era gente muy enrollada que salía de marcha con nosotros y hablábamos de todo. Preparaban unos guisos extraordinarios', explicaba un compañero de la calle de los Estudios. 'Aún me parece mentira que sean etarras, porque llegué a entablar una gran amistad con ellos', concluye el inquilino.

Interior de la vivienda que ocupaban los etarras en Salamanca, con parte del material hallado por la policía.
Interior de la vivienda que ocupaban los etarras en Salamanca, con parte del material hallado por la policía.EFE

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Sobre la firma

F. Javier Barroso
Es redactor de la sección de Madrid de EL PAÍS, a la que llegó en 1994. También ha colaborado en la SER y en Onda Madrid. Ha sido tertuliano en TVE, Telemadrid y Cuatro, entre otros medios. Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid, está especializado en Sucesos y Tribunales. Además, es abogado y criminólogo.

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