Del Doce de Octubre
Ahora sólo se habla de guerra y terrorismo. Ya no existen otros problemas.
El pasado 23 de octubre, a las 0.15, llamamos a una ambulancia, por indicación del médico del 061, para trasladar a mi padre a urgencias del Doce de Octubre. Apareció a las 3.10 aproximadamente. Al llegar, y después de la analítica que se hace a todo el mundo, se le mandó un TAC por si los síntomas que tenía respondían a metástasis en el cerebro. Serían las 3.50. A las diez de la mañana, y viendo la agitación que tenía (tuvieron que atarle de pies y manos), el médico de guardia llamó reclamando la prueba y allí le dijeron que no tenían constancia de esta petición.
Volvió a cursarse. A las 12.55, y ya con los resultados, el médico nos dijo que no había nada en la prueba y que, por tanto, como no se podía hacer nada más por él, que llamáramos a la ambulancia para que nos llevara de vuelta a casa. Apareció a recogernos a las 16.15. Todo esto teniendo que ser atendidos en el pasillo, pues no había boxes suficientes.
Pero a las tres de la tarde ya no había ni camas ni sitio en los pasillos; las enfermeras extraían la sangre teniendo que dejar sitio para que pasaran los médicos de uno a otro paciente. Llegaban las ambulancias y no había camas para desocupar las camillas. Salvo porque eran enfermos, y no heridos, aquello parecía un hospital de campaña. ¿Cuánto pueden aguantar los médicos y las enfermeras con ese estrés? ¿Se puede confiar en que den la debida atención a todos los pacientes que tienen allí? Por mucho que quieran, y me consta que ponen un 500% de capacidad en ello, no hay cuerpo, y mucho menos mente, que pueda soportar ese mare mágnum por mucho tiempo.
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