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FÚTBOL | El gran clásico
Columna
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El trauma digerido

Santiago Segurola

En la medida que el Barça ha digerido el trauma del caso Figo, su funcionamiento ha mejorado sustancialmente. Hace un año, el club perdió la perspectiva de sus obligaciones institucionales y deportivas por un ataque de irritación que tuvo consecuencias lamentables durante la temporada. El Barça se mostró tan ofuscado que tomó decisiones inadecuadas por malas y por impensadas. No hubo síntoma peor que los fichajes, caros y casi todos malos. Llegaron Dutruel, Petit, Alfonso, Gerard y Overmars, a los que se agregó De la Peña en plan propagandístico. Es lo que Valdano definió como fichajes políticos. Alfonso había tenido pasado madridista; Gerard regresaba a precio de oro como hijo pródigo; a De la Peña se le utilizó como tótem para la hinchada y la prensa. De aquella partida sólo uno contribuyó a la causa. El club desatendió las necesidades del equipo en favor de un blindaje publicitario, con un efecto desolador. Tampoco ayudó el victimismo que se instaló, por razonable que fuera el agravio que provocó el fichaje de Figo por el Madrid. El Barça convirtió esa causa en una cruzada inútil. Reaccionó mal al dolor de la pérdida y apareció a los ojos del fútbol como una entidad vulnerable. Equivocó el tiro: el año fue un calvario.

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Hay suficientes datos como para pensar que algo ha cambiado en el Barça. Todavía no se sabe el espesor de una directiva que tiende al tremendismo. Los resultados lo han impedido. Pero probablemente el marcador ha sido mejor porque se ha trabajado en la dirección correcta. En los fichajes se ha profundizado en tapar las carencias: tres defensas -Christanval, Andersson y Coco-, un centrocampista laborioso -Rochemback- y dos delanteros jóvenes -Saviola y Geovanni. Sin alcanzar un nivel estelar, todos han sumado para elevar las prestaciones del equipo. Y en el caso de Saviola se ha generado un entusiasmo popular también necesario para un equipo que cada vez convocaba menos a la hinchada.

Al fondo de lo que ha sucedido se aprecia la figura de Rexach, que ha ejercido como el mejor portavoz del Barça. Ha sido el primero que ha desdramatizado el asunto de Figo y ha formado un equipo con un acentuado rasgo rocoso, sin perder algunas de las señas de identidad que caracterizan al entrenador. Es decir, un equipo versátil, todavía imperfecto, que dispone de armamento pesado. Un Barça, en fin, que puede jugar de cien formas diferentes y que se ha desligado conscientemente de aquello que tanto daño le hizo: la bofetada de Figo. Los resultados están a la vista.

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